Si se imprimen los datos de activistas que tiene la NSA ocuparían 42 trillones de archiveros

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Frente a los ataques a la seguridad de Internet, las comunidades de hackers y «piratas» están resolviéndolo como saben: por su cuenta.

Existen muchas problemas con la forma que ha adquirido la Internet actual, no sólo por los documentos liberados por Edward Snowden y tiempo atrás Chelsea Manning, o por la persecución a hackers y disidentes informáticas que llegaron a su punto cúlmine en el encarcelamiento de Jeremy Hammond.

Los servicios de inteligencia y sus subsidiarias controlan, registran y analizan gran parte de la información que circula por la red, a tal punto que una comparación los archivos de la Stasi, la policía secreta de Alemania del Este, con los que actualmente poseería la NSA, deja a las primeras bastante en ridículo. Si los datos que la NSA posee de todas nosotras fueran impresos en papel, ocuparían 42 trillones de archiveros.

Las empresas con más usuarias de la red como Google, Facebook, Twitter y la larga cola de plataformas y plataformitas «2.0» pueden saber qué hacemos, cuándo, dónde, cómo y con quién. Y no sólo eso sino que son capaces de prefigurar nuestros gustos y actividades, ofreciéndonos productos y servicios finamente adaptados a nuestras personalidades, manipulando nuestros deseos. A veces le erran feo, claro, pero la mayor parte del tiempo ganan millones de dólares, por lo que los casos graciosos terminan siendo estadísticamente inferiores a los correctos, como los archivos de la Stasi frente a los de la NSA.

Esta dependencia de servicios externos no es casual, sino que se fue desarrollando durante la comercialización de Internet, la emergencia de las iCosas y los Cosas 2.0, el desequilibrio entre ancho de banda de subida y de bajada en las conexiones hogareñas, adaptada a consumir información antes que a producirla… y largos etcéteras.

Una mala decisión técnica tras otra, dice Eben Moglen, afectó el desarrollo político de Internet, a tal punto que el día que hagamos algo que a las que controlan las redes pueda no gustarles, serán capaces de manipularla y- de ser necesario- apagarla.

Sin embargo, nunca dejó de existir una cultura underground, que conocemos como P2P y que cada vez más va fortaleciéndonos a través de las computadoras para dejar de ser terminales de la red. Lo que según la jerga se conoce como cliente, usuaria, pasa a ser nodo, par, una igual en la red en lugar de una consumidora de información.

Desde el llamado a arreglar la Internet que hiciera Eben Moglen en 2011 y bajo el grito «la NSA rompió la Internet, ahora vamos a construir una GNUeva» (ciertamente parecido al «ni lo intenten, el futuro es nuestro») han surgido cientos de proyectos que cada uno a su modo intentan rediseñar la red, desde la infraestructura hasta las plataformas de colaboración y comunicación, pasando por las monedas digitales y los sistemas operativos.

Por ejemplo, el proyecto Alternative Internet se dedicó a registrar todos estos proyectos, de forma que podamos acercarnos a los que nos interesen, probarlos, participar en su desarrollo… o simplemente entrevistarlos, como el blog Redecentralize surgido de Alternative Internet.

Aunque no todos los proyectos listados son libres, se destacan las redes libres, como Commotion Wireless, LibreVPN, cjdns, GNUNet… las monedas digitales (o criptomonedas) como BitCoin y sus derivados LiteCoin, ProtoShares. Las plataformas de comunicación que reemplazarían a los Facebook y Twitter, como _Diaspora*, buddycloud_ o pump.io.

Sistemas para compartir archivos de forma P2P y segura, como Tahoe LAFS y Tribler.

Incluso existen proyectos para crear infraestructura de telefonía allí donde no la había, como la gente de Village Telco, PLN y otro proyecto aún no listado en Oaxaca, México.

De esta forma, palabras clave (en el ambiente conocidas como «buzzwords») dejan de ser las empresariales 2.0, escalabilidad, cliente-servidor para pasar a ser P2P, federación, distribución, nodos. Lo que comparten estos proyectos es la necesidad de arreglar la red, construyendo una nueva donde la infraestructura y los datos estén bajo nuestro control, para que la red no se convierta en otra TV.

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