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Se viene un Instagram sin posteos (y redes 90% Zuckerberg)

Según comenta la gente que se dedica a ‘filtrar’ datos maquiavélicos cuya difusión resulta conveniente para las empresas de las que hablan, Instagram está preparando un cambio profundo y ‘lo nuevo’ será una interfaz completamente parecida a las historias que actualmente tiene esa red.

Algo sucede, ya «nadie» quiere Facebook y «todas» quieren Instagram. La segunda red de trata digital de personas más grande del mundo, se transformó en un lugar en el que las generaciones más jóvenes no quieren estar, porque no tiene dinamismo y porque sus madres pueden espiarlas (de Zuckerberg ni hablar), las millenials también se están yendo, porque su información es minada con métodos que no comparte (porque los fines del trackeo de información no están tan en discusión como sí lo está la técnica de minería de datos), la franja inmediata superior (35-44) está preocupada porque la manipulen políticamente (no por los resultados de esa manipulación, a nadie le importa a qué presidenta votó estando manipulada, le importa haber sido manipulada) y las franjas superiores, que se han sumado hace muy poco tiempo a esa red, están cómodas, pero en ocasiones no entienden nada, aunque parece no importarles y se dedican a compartir unos memes bastante extraños mientras continúan con el arma fundamental de Facebook para las usuarias: el debate y la difusión.

Los niveles de intolerancia y microfascismo son tan altos, que al debatir en una red, las usuarias tenemos que pensar en las ‘consecuencias’ de publicar algo, eso le da a las redes un valor de relevancia que en realidad no tienen. Situación tan nefasta como ridícula: lo que se publica en redes NO puede ser importante jamás, son microcountries en los que interactuamos con amigas, que se ocupan de mostrarnos lo que queremos ver, por lo que nuestros grandes debates se reducen sólo a la gente que está de acuerdo con ese debate  y eventualmente con alguna desconocida ¿la realidad es un loop?

Volviendo: Sí, alguna amiga o alguna desconocida puede dedicarse a complicarnos la vida porque algo que publicamos le parece importante (y en consecuencia bueno, interesante, profundo, inadecuado y afines), el asunto es que el hecho de que a otra persona algo le parezca crucial, no hace que en realidad efectivamente lo sea. ¿A quién le importa lo que yo opine de Donald Trump? El asunto es que si publico un mensaje intimidatorio o amenazante hacia su persona (o la de Macri, por ejemplo), probablemente tenga una importante cantidad de problemas. Pero si yo amenazo a Trump o a Macri… ¿es realmente una amenaza? ¿corre riesgos alguna de las presidentas porque una persona calva refugidada en su cocina opine que debería pasarle algo malo a alguna de las presidentas? No sé vos, pero se me ocurre que yo no soy tan poderosa como para que una amenaza sea suficiente en una red como para estar preocupada. ¿Dónde está lo importante? Fácil: en el ojo de quien mira y en la posibilidad de sacarle el jugo a la victimización, cosa que marida muy bien con la polarización, pesada herencia que no parece lamentar Cambiemos. Estamos en un momento en que la propia subjetividad individual se impone a la otredad (individual o colectiva). Esto no es necesariamente bueno ni malo, es una situación. Algunas no coincidimos con este tipo de prácticas y creemos en los consensos más que en las subjetividades impuestas a las demás, pero nos parece que tal vez ese debate pueda darse más adelante, cuando los sectores que logran imponer su voz luego de siglos de mordaza avancen también en ese sentido.

El asunto es que «no sabemos por qué», las usuarias más jóvenes se fueron de Facebook y prefirieron volcarse a Snapchat (que es de Facebook) ni porqué las intermedias de pronto se fueron a Instagram (que es de Facebook) ni por qué las más grandes se quedaron en Facebook (que es de Facebook). Tal vez sea porque todas son empresas de Zuckerberg y a la dictadura de la F azul tal vez no le guste comunicar que la gente se está yendo de sus redes o… le parezca una buena idea decir que la gente prefiere una de todas sus redes públicas, pero siempre se queda con su sistema de mensajería instantánea, lo cual constituye al menos dos porotos para esa corporación. ¿No es sospechoso que todas nos vayamos pero… nos quedemos siempre en una app de Zuckerberg? Cabe en la conspiranioa plantearse que tal vez, sólo tal vez, esa persona que puso a Donald Trump de presidenta en EEUU esté logrando que una en su casa se quede en alguna de sus redes porque es joven, porque es millenial, porque es babyboom, etc, porque quiere pertenecer, como cualquiera, o como muchas al menos. Como si nos estuvieran diciendo ‘elegí la red de tu preferencia de acuerdo a tu edad, si teneś menos de 18, entonces preferís Snapchat, si tenés más de 18 preferís Instagram…’ (y así). Preferir, ni elegir ni optar.

Recientemente Facebook comenzó a difundir con mayor masividad su función ‘Watch’, un esquema muy similar al de las Instagram Stories pero con un formato más tosco y lento, en el que se comparten videos que pueden ser monetizados por las usuarias. Al ingresar en esta plataforma dejamos automáticamente de ver lo habitual en esa red (debates, posteos, memes, etc) y pasamos al opio de Instagram sólo que morigerado en su estética para que la estridencia no resulte molesta a quienes pudieran no sentirse cómodas con ella. Lo cierto, es que allí, en el universo de los posteos, se esconde el tráfico, la generación de visitas a la web, que es donde más beneficio obtiene el sector privado. En video no se pueden incluir (al menos por el momento) ningún tipo de enlaces, por lo que si Facebook está llevando a la gente hacia un lugar de 0 tráfico… tal vez esté preparando todo para que cualquiera que intente obtener una visita desde una red social tenga que pasar por su sistema publicitario. Eso significa más dominación. ‘Los enlaces de las redes… SON MIOS! MUEJEJEJE’ parece decirnos la colorada amiga de Trump. Instagram tiene una porción muy reducida de las usuarias del globo, aporta muy poco tráfico a webs externas (y cuando lo hace no permite que se navegue en cualquier navegador, sólo en el interno de esa red). Control total: si estás en Instagram, nunca salís de Instagram. A partir de Watch, tenés una razón para quedarte en Facebook y… no salir jamás.

¿Cuál es el futuro de esta situación? No lo tenemos muy claro ni pretendemos tenerlo, pero todo apunta a que este momento de ‘debilidad’, este letargo de la dictadora de las redes (que es Zuckerberg y no Facebook) bien puede ser una estrategia para lograr segmentarnos por red y quedarse con todas las visitas que podemos generar las usuarias (que es lo que financia gran parte de Internet) para cobrarle a quienes necesitan esas visitas. Algo similar a lo que sucede cuando Google te banea de sus resultados.

¿Qué hacer? Desinstalar todo y hacer que esta gente deje de intermediar con nuestro entorno. ¿Te pusiste a pensar cuántas pantallas tenés que tocar para poder hablar con una amiga? Por ahí, eso de hablar con alguien sin que haya un dispositivo de por medio sí sea una buena idea. Para que no nos medien la realidad. No sé, digo nomás.

¿Tengo razón? Probablemente no pero… ¡qué lindas son las conspiranoias!

¡Happy Hacking!

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