Hoy te contamos sobre las cookies, una forma de individualizarte en la red.
Durante algún tiempo me dediqué a programar y diseñar sitios web, bah, todavía lo hago, pero no es habitual que le ponga horas al asunto. En ese palo las clientas tienen algunas búsquedas en común: la mayoría quiere que el software que utilicen para cargar la información sea programado exclusivamente para ellas, la mayoría busca tener millones de visitas diarias, la mayoría busca viralidad, ser la primera en los buscadores y otras cuestiones.
Sobre la masividad, suelo contestar lo que sigue: «la masividad en Internet no es lo mismo que en los medios. En los medios masividad es rating, y el rating es sólo la suma de la cantidad de personas que están viendo en simultáneo un programa en un determinado momento», bah, es una fracción en realidad, la formas de medir el rating no son para nada confiables, pero para el caso está bien como ejemplo.
Luego de ese comentario agregaba: «en Internet, la masividad es saber quiénes son tus usuarias, qué intereses tienen, a qué consumos son proclives, en qué horario navegan por ocio y en qué horario por trabajo, a qué sitio van en cada caso, si hacen click o no en las publicidades y otras cuestiones que se obtienen mediante la utilización de cookies. El tema, es que a mi no me gusta laburar con todo el potencial de las cookies, me parece poco ético, pero sí podemos hacer estadísticas que te sirvan para brindar un mejor servicio a tus usuarias y no para investigarlas».
Y luego se daban otras charlas respecto de lo ético y lo comercial que terminaban (en muy pocos casos) con la clienta yéndose a buscar alguien que le ayude a investigar a sus usuarias o quedándose porque le pareció interesante esto de que haya un costado ético-político en la programación (o porque no conocía a otra para ese trabajo, que es lo más probable).
Habrás sabido alguna vez de la existencia de las «cookies» o tal vez te hayas topado con esta palabra en la configuración de tu navegador. Pero pocas veces le prestamos atención a una de las funciones más importantes para lo comercial en el mundo web.
[pullquote]Una cookie es un archivo que pone una página (en realidad un servidor) en tu computadora y que reúne información sobre tus usos y costumbres de navegación, tu nombre, tu edad, y cuanto dato hayas dado permiso de recolectar. [/pullquote]Cada vez que visitás la página que las originó, ésta lee esos archivos en tu computadora y, triangulando la información, realiza una serie de conjeturas que luego son utilizadas para mostrarte una determinada cosa.
Las cookies se guardan en tu computadora, para no recargar el servidor que te las instala. Es justo, ¿no?
Hace mucho tiempo, cuando no existían las cookies, se utilizaban otros métodos para esto, pero con su masificación se transformaron en vitales para muchos negocios, diría que para la gran mayoría.
¿Qué información reúnen las cookies?
Antes de esto, hay que aclarar que hay varios tipos de cookies y que muchos de esos tipos son considerados ilegales porque lesionan el derecho a la intimidad. Las que se consideran legales, reúnen información de manera anónima y están pensadas para «personalizar tu navegación» y sugerirte publicidad de tu interés. Pero sólo podemos saber si cumplen la ley conociéndola e investigando qué hay sobre nosotras mismas dentro de nuestra propia computadora.
Para instalarlas, sobre todo redes antisociales, te piden permiso (siempre en algún lugar muy escondido en la página) para recabar tu información personal de forma anónima y ofrecerte una mejor experiencia de usuaria. Por lo general, lo aceptás cuando aceptás los términos y condiciones (en muchos casos, con visitar el sitio alcanza para que se consideren aceptados, en el 99% de los casos no las leemos). En ese momento es que entregás: fecha de nacimiento (tu edad), tu nombre, qué sitios visitás, cuánto tiempo, qué comprás o qué dejás de comprar, cuánto estás en una web y cuáles visitás, tu sistema operativo, qué computadora tenés, y en algunos casos: qué lugares físicos visitás, dónde estás en el momento en que visitás una página, y otros datos geográficos que sirven para individualizarte.
Las cookies, buscan resolver estas «malas experiencias» y reducir los malos efectos del spam. Imaginate que si una usuaria se cansa de ver tu publicidad (porque le parece mala, porque no le interesa, porque es tediosa, algo así como le pasa a muchos mendocinos con el «Hola! Soy Jesica Cirio…») primero va a optar por no comprar, segundo por dejar de ver tu publicidad y con el cansancio, tendrá una mala imagen de tu marca.
Esto pasa mucho con el spam. Durante años nos llenaron de Pop Ups, de emails del tipo «Alargue su pene» (vaya a saber uno cómo se enteraron) o Cialis, Viagra (tampoco sé como se enteraron), al punto de invisibilizar la publicidad. Al recibir estos mensajes por lo general uno piensa: no quiero esto y termina por irse.
Eso hace que las que pagan por esos «servicios» pierdan en todo sentido. Pierden a sus potenciales compradoras, pierden el dinero que gastaron en la campaña publicitaria, pierden el dinero de la producción de la campaña, el tiempo que hayan empeñado en hacerlo y pierden como marca, porque la gente las termina relacionando con algo negativo.
Entonces, las cookies, ayudan a que se dirija mejor el spam (que no deja de serlo, no conozco una sola usuaria que aplauda recibir publicidad). Sí, es un concepto amplio de spam (no es el que aparece en la legislación), pero [pullquote]recibir cualquier mensaje no solicitado (del tipo que fuere) puede entenderse como spam[/pullquote] (más si no hay forma de dejar de verlo, como sucede en algunos emails).
Al dirigir mejor el spam se direcciona el gasto de una manera más útil. Es en este momento en que nos vienen muy bien datos como el sector socioeconómico, edad, gustos y preferencias, qué sitios visita, dirección de correo electrónico, usuaria en redes sociales, permanencia en un sitio web, y otros datos de cada persona, para ofrecerle algo que medianamente sea de su interés, o que, en caso de que no sea de su interés, que no lo rechace. Pero seamos sinceras, en el mundo no se puede vivir sin plata (ojalá fuera así). Si Internet no tiene un costado comercial, las páginas no podrían existir, [pullquote position=»right»]alguien tiene que poner el dinero, y por lo general son anunciantes. Pero, ¿hasta qué punto es ético recolectar la información de las personas?[/pullquote]
Las cookies deben tener una fecha de duración, si no la tienen, se borran al cerrar el navegador, y si toda la información se borra al cerrar el navegador, no se puede hacer un seguimiento de tu comportamiento. Cuando tienen fecha de caducidad (que pueden ser años) se llaman cookies persistentes.
¿Alguna vez te pasó que después de buscar algo de pronto te aparece una publicidad de esa búsqueda incluso días después de hacerlo? De ésa publicidad te estoy hablando y es a la que se llama «publicidad por comportamiento», para la que las cookies son fundamentales.
Podés configurar tu navegador para que no acepte cookies de determinados sitios e incluso para que no acepte ninguna, pero además de ser tedioso, hay sitios que no trabajan sin cookies porque están basados en ellas.
En este caso es importante que tengas actualizado tu navegador, porque existen cookies dañinas, que no cumplen con la legislación al respecto, y son utilizadas para obtener mayor información.
Aquí la segunda parte de la nota en la que hablamos un poco de privacidad, casos de espionaje a través de las cookies y cuestiones varias.