Publica 20Minutos una loa a un “tipe” (tipe, o sea que no es ni tipo ni tipa)
Y me entra una irritación…
¿Acaso me parece mal que este tal Raúl viva como quiera, se peine y se maquille como le dé la gana, se case y/o se divorcie según tenga a bien?
No. No solo no me opongo a su forma de vida: me da estrictamente igual que practique el judaísmo o se haga fraile dominico… Y, por supuesto, no quiero que nadie lo agreda por ello.
Pero ¿qué no estoy dispuesta (ni yo ni otras muchas) a consentir? Que alquile el cuerpo de una mujer durante nueve meses para satisfacer su deseo (que él llama “derecho”) de tener un hijo biológico.
Y ¿qué me solivianta lo más grande? Que a lo suyo (sea lo que sea lo suyo, que con su pan se lo coma) le llame transfeminismo. Fijaros si soy “tiquismiquis” que no solo no soportaría que lo llamara feminismo, sino que hasta me irrita que la palabreja que designa sus opciones incluya el lexema feminismo.
¿Qué tiene que ver el feminismo con lo suyo? (sea lo que sea lo suyo, como dije antes). Estrictamente nada que ver ¿Por qué no lo llama transantirracismo? ¿transantisexismo o cualquier otra composición?
Pues porque el feminismo es un movimiento poderoso, en auge y “tipes” como Raúl buscan acercarse al fuego que más calienta.
Este “tipe” anda tan sobrado y pagado de sí “misme” que no necesita saber qué dice el feminismo para saber lo que el feminismo dice (¿me seguís?). Así, tranquilamente, Raúl afirma que para el feminismo “la identidad de género es solo una idea”. ¡Toma ya!
Nosotras venga a repetir incansablemente que el género es un constructo patriarcal, opresor e impuesto para que luego llegue Raúl y nos diga que lo que decimos las feministas es que es “una idea” … Menos mal que Raúl nos saca de nuestro error: no decimos lo que decimos sino lo que Raúl dice que decimos. Vuelvo a preguntar: ¿me seguís?
¿Qué me irrita, además? Que haya feministas que consideren que el feminismo tiene que acoger en su seno a cualquiera, aunque sus reivindicaciones y objetivos nada tengan que ver con los nuestros. Que sí, que ya sé que las feministas, como todas las mujeres, están formateadas para atender, comprender, enternecerse, preocuparse por los demás, pero hay límites, queridas amigas.
Resumen: nada contra Raúl, todo contra su pretensión de convertir a las mujeres en hornos para sus genes y a los bebés en mercancía.
Nada contra Raúl, pero una oposición radical a que sus intereses, deseos, planes y objetivos se confundan con el feminismo y se antepongan a los nuestros, los de las mujeres.
Que Raúl monte una asociación de “elles”, pero que no nos diga que sus reivindicaciones son feministas.
Y ¿qué me irrita, además? pues que el mundo esté tan lleno de gente que no piensa, ni lee, ni mira, ni analiza su entorno para deducir cuáles son los problemas reales, sino que, por el contrario, anda encandilada con lentejuelas (las de pasamanería y las mentales). Gente que no desea implicarse en luchas sociales, políticas, ideológicas por causas verdaderamente duras, importantes y de largo recorrido. Prefieren pensar que esto va de individualidades más o menos exóticas… Como si al capitalismo y al patriarcado las exotiqueces le molestaran… Eso era en el siglo XIX o, si me apuráis, hasta los sesenta del XX. Ahora es al revés, le encantan: distraen mucho a la gente, sirven para derivar tensiones, son útiles para que cada cual se crea que si no vive como quiere es por su propia culpa culpita…
Pero asombra, no solo que Raúl hable por el feminismo sin haber leído absolutamente nada ni haber escuchado nunca a ninguna feminista, sino que quien escribe el articulo dé por bueno todo lo que Raúl predica y que 20Minutos lo acoja…
Seguro que algunas personas opinan: “Bah, no tiene importancia, no merece la pena irritarse por eso, ‘sujetes’ así son minoría”.
Pues no sé cuántos son, pero sé que ocupan mucho espacio. ¿Me queréis explicar a cuántas feministas le ha dedicado 20Minutos una página entera? Y no sólo feministas ¿Me queréis decir cuántas Kellys, cuántas lesbianas, cuántas jornaleras, cuántas luchadoras, cuantas cuidadoras de familiares dependientes, cuántas mujeres con minusvalías, cuantas señoras de las miles que andan deslomadas con doble jornada, cuántas emigrantes, cuántas agredidas?
¿Y me queréis decir por qué quienes me reprochan que confunda a gente como Raúl con el transactivismo (que no lo confundo, pero sé que hay quien me lo reprocha) no se molestan en poner en su sitio a “tipes” así, sino que miran para otro lado? ¿Solo alzan la voz cuando alguna feminista “agrede” al transactivismo y no cuando “une transactiviste” adultera el feminismo?