feminismo machismo racismo

Otro que ni machista ni feminista, cero grados…

Y se explica: «Yo no puedo decir que soy machista, porque nunca lo he sido”. Para asegurarlo no necesita que ninguna otra persona lo atestigüe ni lo compruebe. Él se lo guisa y él se lo come. Y no solo certifica que no es machista, es que nunca lo ha sido…

¿Cuál es su prueba del algodón? ¿Por qué puede afirmarlo con tanta rotundidad? ¿Por qué? ¿Eh? Pues porque cree “que es una maravilla estar acompañado por una mujer y que se establezca una relación amorosa». Y si la mujer te cuida a ti y a tus hijos y te libera de cualquier responsabilidad a fin de que tú puedas dedicarte a tus cosas creativas, miel sobre hojuelas. Y si, además, tiene casi treinta años menos que tú…

Ya puestos, podría haber añadido más argumentos todos igual de gloriosos. Por ejemplo: que no es machista porque su madre le parecía una santa, o que no es machista porque considera que su hija es más guapa que sus hijos, o porque a él siempre le ha gustado follar con mujeres. O, sencillamente, podría haber hecho suyas las palabras de Manolo Escobar y repetir aquello de “Viva el vino y las mujeres que por algo son regalos del Señor”…

Y, por si no bastara con semejantes afirmaciones, ya, para rematar, añade: «Aparecen cada vez más chicas lésbicas porque entienden que es mucho más fácil tener placer sexual con mujeres que no con hombres que van a ser un problema. Esto es una cosa de la que no se habla demasiado, pero yo creo que es un problema».

De lo que se deduce:

  1. Que Saura cree en el lesbianismo político (¡quien lo hubiera dicho, Saura comulgando con tan atrevidas teorías!).
  2. No se plantea, sin embargo, por qué las mujeres entienden “que es mucho más fácil tener placer sexual” con otras mujeres ¿No será que él y otros como él se limitan a meterla? O ¿no será que algunas empiezan a estar ya un poco hartas de tratarlos como “reyes de la creación”? ¿No será que algunas ya buscan relaciones más igualitarias?
  3. Dice Saura que lo del lesbianismo va a ser un problema ¿Para quién, pregunto yo? ¿Teme este señor que su hijos, cuando tengan ya cerca de noventa años no encuentren señoras de sesenta que se dediquen a cuidarlos y admirarlos? ¿Teme que su propia hija, cuando sea mayor, espabile y se haga “lésbica”?

Yo, de niña, quería ser niño. Me parecía claramente mucho más divertido y fuente de mucha más libertad, sin duda alguna. Y, para colmo -según me vaticinaban- a medida que yo fuera cumpliendo años y haciéndome mujer, la cosa empeoraría: mis movimientos estarían cada vez más limitados y mi único plan de vida consistiría en esperar a que uno me pretendiera, me hiciera suya, me incorporara a su vida y hala, a cuidar del hogar, de las hijas, de la casita… Y a esperar a que de vez en cuando (por lo menos algún que otro domingo) me sacara de paseo…

Aterrorizada estaba ante aquel panorama…

Durante toda mi vida he dado gracias a todas las diosas por haber podido escapar de aquel sino siniestro… O dicho a las claras: doy gracias a todas las feministas de antaño y hogaño que fueron y son quienes han hecho posible que las mujeres hayamos roto tantas, tantísimas normas de género; tantos, tantísimos corsés; tantas, tantísimas sumisiones…

Pero ahora, a veces, me dan ramalazos y tentaciones de caer en lo queer porque, de cara a mi ancianidad –que se aproxima- me digo que si yo fuera un señor podría buscarme una señora apañá y aún de buen ver (treinta años menos que yo, con eso me conformaría) y a envejecer tan tranquilamente, sin ocuparme de nada, solo de mis asuntillos…

Y volviendo a Saura: se confirma, una vez más, que se puede ser creativo y bueno en algunas cosas y obtuso en otras.

O sea, se comprueba que alguien que hizo films tan interesantes (no todos lo son, pero muchos, sí), luego, puede soltar patochadas dignas de la barra de un bar de cazurros…

Los seres humanos nunca dejarán de sorprenderme (y no solo para bien, ¡ay!).

Vía TribunaFeminista

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