Publica un tal Antonio Antón un artículo titulado Los tres ejes del feminismo y aquí respondemos titulando Los dos sexos dominantes. Dice que estamos ante una pugna sociocultural que “Afecta a la transformación de los privilegios y la dominación de una parte ventajosa de la sociedad frente a la discriminación de otra parte subordinada o en desventaja”. Llegando a este punto, yo doy por supuesto que está hablando de la lucha feminista por acabar con los privilegios y la dominación masculina (la parte ventajosa de la sociedad, usando sus palabras) y la subordinación femenina.
Eso creo yo, ingenua de mí, pero no.
Resulta que, para él, conseguir “un cambio hacia relaciones sociales más igualitarias y libres” significa “una apertura a una mayor diversidad de opciones sexuales y de género”.
Y añade (agarraos que vienen curvas): “Se trata de superar la idea convencional de la existencia de dos sexos o dos géneros rígidos y excluyentes y reconocer una pluralidad heterogénea de opciones intermedias, mixtas e indiferenciadas, así como sus derechos igualitarios y su legitimidad como proyecto vital decidido libremente”. O sea, según este señor, lo de que existan dos sexos es una “idea” y, además, es una idea “convencional”. Vamos que no, que no hay vacas y toros, elefantes y elefantas, caballos y yeguas, hombres y mujeres, perros y perras… que eso de que existan dos sexos no es real sino una “idea convencional”.
Y cierto, sin bien los géneros no son biológicos, ya me gustaría a mí que se tratara puramente de “una idea” … Resultaría maravilloso si fueran una simple “idea” y no la columna vertebral del patriarcado, una rígida y cruel estructura que impregna todos los órdenes y organizaciones de la vida social y personal, que nos impide desarrollarnos libremente, que coarta nuestras posibilidades y castra nuestras vidas (todo ello en enésima potencia para el género femenino, por supuesto).
Habrá que preguntarles a las mujeres –desde las que son vendidas con doce años a tipos de 60, hasta las que cargan con las tareas del cuidado y del hogar, pasando por las ferozmente explotadas, las violadas, las asesinadas, las humilladas, las ninguneadas, las prostituidas, las acosadas, etc.- que por qué han optado por “un proyecto vital” tan horrible, pudiendo optar por otro estupendo y radiante.
Según Antón, si se aprueba esa ley que da libertad para autodefinirse, ya todos, todas y todes seremos libres. Y por si alguna sintiera algo de yuyu ante mundo tan maravilloso, este señor, generoso él, nos tranquiliza, añadiendo: “No por ello se necesita diluir el peso de los dos sexos dominantes (mujer y varón) o los dos géneros principales (masculino y femenino)”.
La idea de los dos sexos dominantes
“Los dos sexos dominantes” … Costará un poco que los 120 millones de mujeres a las que les han hecho ablación del clítoris entiendan que pertenecen a la parte “ventajosa de la sociedad” según Antón (más comúnmente denominada “privilegiadas cis”) … También será difícil que lo entiendan las mujeres de Afganistán o de Irán, esas que son condenadas a latigazos y cárcel por quitarse un velo o salir sin permiso del sexo con el que comparten dominio.
Y, ya hablando de nuestro mundo occidental (tan estupendo y moderno), costará que se consideren sexo dominante los millones de mujeres que tienen relaciones sexuales cómo y cuándo sus parejas hombres quieren, sin que ellas alcancen prácticamente nunca el orgasmo. Eso, solo por poner un ejemplo…
Una no sabe si desencantar a este señor explicándole que, si de verdad a partir de esa ley ya se pudiera elegir “libremente un proyecto vital”, nos íbamos a quedar sin mujeres porque ¿quién iba a ser tan tonta como para elegir semejante sino?, ¿quién va a optar “libremente por un proyecto vital” que, entre otras cuestiones, condena a ganar menos y “regala” muchas más probabilidades de ser abusada? Sabiendo como sabemos que el 60% de las mil millones de habitantes más pobres de nuestro planeta son mujeres y niñas ¿quién iba a elegir “libremente tal proyecto vital”?
En conclusión: ¿en qué planeta vive este señor que dice que el sexo es una idea, que las mujeres también son sexo dominante, que el género es otra idea, que basta con una sencilla ley para que se abra ante nosotres un divino “proyecto vital libremente decidido”.
Aunque, según él, para llegar a ese mundo Disney, hay que acabar con unas temibles hordas de arpías que “Pretenden imponer un marco interpretativo y discursivo que consideran favorable, dado el puritanismo existente, y dejar en un segundo plano su responsabilidad por la cortedad aplicativa durante tres lustros de la normativa para la igualdad de las mujeres y contra la violencia de género, circunstancia puesta en evidencia ante la masiva activación feminista y que constituye el actual reto para las fuerzas de progreso” (aclaro que la cita es textual, o sea, por mucho que cueste creerlo, esas son sus palabras, yo no me invento nada, que conste).
Y termina, cómo no, con uno de los mantras del momento: “Se echa en falta un debate más sereno, respetuoso y argumentado”. Eso dice después de ponernos de vuelta y media (digo ponernos porque me incluyo, aunque él se refiere a las mujeres del PSOE y yo no lo soy).
P.D. Pues no os lo perdáis: este señor en profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid (se me abren las carnes ante la idea de tener que aprobar una asignatura con tal ser) y autor del libro Identidades feministas y teoría crítica ¡Toma ya!