Uno de los grandes problemas que enfrentamos al buscar consenso es nuestro propio ego.
Hace mucho que veo que una discusión se hace interminable; no por las infinitas variantes que puede tener sino porque todas estamos convencidas de que la tenemos más larga.
Siempre poseemos la razón y si no lo podemos demostrar; iniciamos nuestro debate descalificando a la que expone la situación.
Hace un tiempo atrás en el hacklab se distribuyó una serie de puntos a seguir para ganar cualquier discusión:
- Enfrenta a la otra a los gritos para que se vea obligada a callarse o se intimide.
- Dile delante de los demás que es una mentirosa y es deshonesta intelectualmente.
- Si lo anterior no funciona llevala al terreno de lo personal.
- Finalmente arma camarillas que distribuyan chismes e insultos a espaldas de la que habla.
- Una vez hecho todo esto podrás ver cómo no se hace nada y todo sigue igual.
Si recorren los comentarios de las distintas notas verán que existen unos personajes que intentan realizar estas acciones escudándose en sus nicks. Nosotros desde el software libre defendemos el uso de nick para proteger la identidad; pero no puedo dejar de observar que se transforma en un potenciador de boicoteadoras que de otra manera no existirían. Y debemos aclarar que, respetando su identidad, no hemos publicado sus nombres ni otras informaciones de las que disponemos.
Todas -incluyéndome- caemos en la trampa de entrar en discusiones personales y que se desvirtúan yéndose por caminos que nada tienen que ver con lograr un acuerdo sobre el tema original.
Muchas aquí nos han atacado por fanáticas. Debo poner en tela de juicio semejante afirmación; de otra forma yo podría decir que son fanáticas del “No hacer permanente” estas personajes que se la pasan ninguneando e insultando detrás de una careta que no se sacarán, porque de golpe su nombre verdadero trae una historia que las ubica en una posición desventajosa y el anonimato siempre es la mejor posición.
Ciertas facciones políticas hacen de la chicana un arte para dejar todo igual
No es sólo en este ámbito que las fud (tácticas para generar una imagen negativa, dudas y miedo hacia una competidora) y las troll (personas que hacen comentarios irrelevantes y provocadores con la intención de molestar o generar respuestas en su contra) abusan del anonimato y desvirtúan discusiones para que no lleguen a ningún acuerdo-consenso. Inclusive ciertas facciones políticas hacen de la chicana un arte para dejar todo igual. Por eso dentro del software libre nos movemos con círculos más bien pequeños que funcionan bajo una fuerte meritocracia; como una forma de aislar al troll.
Otras simplemente se dejan llevar por sus ansias de protagonismo y quiere quedarse con la última palabra o recibir los aplausos. El juego de ver “quien la tiene más larga”.
¿Por qué escribir un artículo sobre este tema? Porque se aplican varias tecnologías que debemos identificar para mantener a salvo una discusión que queremos avance en un sentido; aún con aquellas que no opinan como nosotras (la vereda de enfrente). No es raro encontrar que una compañera de ideas malogra una discusión, solo para no darle la razón a una opositora; o ver a dos que han estancado la discusión con planteos similares pero que ellas discuten como si fueran diferentes sólo porque quieren mantener la razón para sí. Las hackers no estamos exentas de esta lacra, sólo intentamos mantenernos fuera de ella por merito de nuestra trayectoria; y a veces eso también nos juega en contra.
Yo hace años que promulgo una democracia directa y distribuida; donde todas puedan aportar su conocimiento y sus argumentos. Para eso debemos crecer cualitativamente, ver cuándo una discusión se transformaba en un embudo y prorrogarla para poder avanzar hasta ese punto y más adelante avanzar hasta el próximo.
Eric Raymond cuando en su libro «La Catedral y el Bazar» analiza la estructura de trabajo hacker que hizo posible la creación del kernel Linux; acuerda que se puede trabajar colaborativamente respetando el ego o protagonismo de la hacker y con sólo poner el nombre de cada hacker dentro de su porción de código ésta ya estaba motivado para poner todo su empeño.
Pero esta estructura se mantiene en un principio ad hoc o sea cada uno va haciéndose cargo de lo que propone e instrumenta las herramientas para realizarlo. ¿Ahora, no podríamos trasladar esa modalidad de trabajo a nuestra cotidianidad? Es un desafío, pero perfectamente posible.
Ahora, analicemos un poco mejor cómo encauzar una discusión hacia un consenso.
Primero tenemos que ser claras en nuestro planteo, decir las cosas de la forma más clara posible; argumentando los motivos y las fuentes donde nos basamos. Después aceptar la critica que suma a la realización de los acuerdos y eliminar la posibilidad de entrar en una discusión con la troll. Ya hace un tiempo que en las listas de correo; ámbito de la discusión hacker/hacktivista el troll es ignorado. Simplemente se sigue de largo tomando la discusión desde la última intervención comprometida con la discusión.
Un proyecto de software libre mide su éxito en el impacto que tenga en la calidad de vida de las personas
Se centra la discusión en las opiniones y argumentos cualitativos; y se descartan los cuantitativos. Buscando lograr acuerdos que les permitan avanzar en el proyecto; o sea un desarrollo determinado por todas en su objetivo, medios y fines. Entonces teniendo claras cuáles son las características buscadas es más fácil discernir lo cualitativo de lo cuantitativo. Un proyecto social o un desarrollo de software libre no se define como nos quieren hacer pensar, por sus aciertos en tanto producto o por la cantidad de terminales operadas o por la inversión; sino por los alcances que puede tener en la calidad de vida de las personas.
Por eso; debatamos para crecer y lograr organizar las formas de garantizar una mejor vida para todas. El único que la tenía así larga era Pinocho; los demás solo mentimos para no arrastrar nuestro ego herido.