La escuela como espacio institucional, vive una crisis metamórfica permanente que acompaña las mutaciones del sistema exclusivo que hoy llamamos Capitalismo.
Muchas, al analizar la crisis educativas hacemos foco en los cortes longitudinales o sea la dialéctica operada instrumentalmente entre lo formal y lo informal, la graduación de niveles educativos por edades que coloca a una niña en un jardín preescolar o en un primer grado o un secundario; independientemente de las excepciones a la regla que el sistema resuelve en inclusiones posteriores a través de la educación para adultas; o por el contrario se centran en las cuestiones transversales que cruzan la escuela en tanto social y cultural; o las cuestiones horizontales el sentido formal de la educación formal, la financiación de la escuela, etc. Estos análisis son en sí la trampa en la que hemos caído reiteradamente desde la construcción de las formas de hacer conocimiento.
El conocimiento es mutante, cambia, se adapta y es distribuido por distintas construcciones de las formas adoptadas por las comunidades para legitimarlo.
La Maestra Rural Jubilada Popy Tosoni, que ejerció su profesión entre Salta y Santiago del Estero; sabe decir que si trajeran a una médica del Renacimiento y le mostraran la medicina de hoy día, su maravilla no se detendría hasta su muerte; si trajeran a una Arquitecta de la misma época solo podría trabajar como aprendiz de albañil; si trajeran una maestra sólo se pararía ante la clase y enseñaría. Cuando escucho a la curtida maestra, a la sazón mi última suegra; me maravilla su claridad para decirme que la educación no hizo progresos desde aquellos tiempos hasta ahora. Y esa es la más palpable de las problemáticas educativas: la Maestra Dictadora (Benevolente o Tirana).
Muchas veces confundimos “popular” con “libertad”, y es dentro de este marco que aceptamos las nuevas formas educativas como formas de libertad, aceptamos los permisos dentro de la disciplina escolar como formas de libertad cuando en realidad estos aggiornamientos que hacen a lo abierto son solo otra forma del disciplinamiento. Es una técnica que se viene usando en las fábricas y las industrias (principalmente del software) que podríamos catalogar como “Fuego lento”: si arrojamos una rana en agua previamente hervida la rana apenas toque el agua saltará y huirá; si por el contrario se la pone en agua fría y se va hirviendo el agua a fuego lento, el batracio se amodorrará y cuando se de cuenta que el agua esta hervida ya será tarde y morirá cocinada. (Práctica cruenta que recomiendo no realizar)
Esta dinámica del “fuego lento” es la misma que se realiza en el juego de los permisos en la educación. Estos permisos son amplios y dibuja una ficción perceptiva de “educación libre y democrática”; cuando en realidad lo que hace es implantar a nivel de nuestra conciencia que a mayor obediencia, mayores son los permisos, y esa percepción es trasladada a todas nuestras actividades adultas desde el trabajo hasta la función paternal y ciudadana.
¿Porque hago hincapié en el docente y no en la pesada estructura educativa? Pues porque las revoluciones se realizan azuzando a las siervas, no gastando tiempo y recursos en cambiar la mirada de las amas.
El Docente es la bisagra del cambio educativo, ellas que son las agentes disciplinadoras; son también la semilla de la desobediencia. Pero para recuperar su lugar como creadora y generadora de conocimiento; el docente debe romper con sus estructuras de pensamiento jerárquico y evaluativo, dejar de buscar que la alumna sea una “buena” ciudadana y alentar la autonomía y la desobediencia como ejes de la libertad.
La educación como todo el sistema industrial en su conjunto se «apencaapencar» es un termino usado en el norte para referirse a algo que se pegotea, se adhiere, se agarra a la imagen de que somos sociedades educadas que nos importa y priorizamos la educación, a la vez que somos sociedades progresistas que nos importa el desarrollo tecnológico e industrial; cuando en realidad vivimos en sociedades donde las fábricas viven produciendo excluidas y la escuela también. El modelo está en una prolongada agonía, en un deterioro sin soluciones; que no va a ninguna revolución iniciadora de otra “etapa histórica”; a lo sumo va hacia otra mutación que mantendrá todo en el mismo lugar, sólo que con renovadas personajes públicas.
La educación en nuestras sociedades globales no tiene una valoración sociocultural real y carece de un peso que produzca formas de construir conocimiento, son solo un apéndice de formación dependiente de las necesidades de desarrollo del modelo. Hoy se necesitan operadoras productoras de servicios y se estructura una educación que los produzca como se intento en los 90 en Argentina, se necesitan emprendedoras que creen nuevas industrias y se estructura una educación que produzca técnicas e ingenieras como intenta esta educación de siglo XXI, tan cruzada por lo digital. Esta es la situación y debemos sincerarnos: NO CREAMOS MUJERES LIBRES, CREAMOS OPERARIAS OBEDIENTES.
Lo que se suma a una larga serie de quiebres entre el imaginario social y la escuela, desde la irrupción de la pedagogía anarquista, la desescolarización, la divulgación del conocimiento televisado y la interactividad cibernética; donde la escuela quedó al margen de la innovación tecnológica y se cercó la educación enciclopedista para profesionalizarla, basándose en un conocimiento de exclusividades conceptuales; cuando la globalización se basa en un conocimiento de diversidades conceptuales.
La educación ha hecho todo el camino para ponerse a la altura de la formación de ciudadanas exitosas y consumistas y ha fracasado. La lógica de la meritocracia que promueve el open source y se plantea como salida a este sistema educativo caduco es un parche y como tal no resuelve demasiado.