Richard Stallman explica su visión sobre la actual situación global, presentando una lista de razones por las que necesitamos un Estado.
Yo no soy anarquista , y no porque tenga una glándula pro-estado. Es por una buena razón : necesitamos un estado para muchos puestos de trabajo.
Necesitamos un Estado para que se encargue de proveer de alimentos, ropa y refugio a los pobres, de asistencia médica y educación para todos; para construir rutas, vías y servicio de ferrocarril, tuberías de agua y alcantarillado ; para financiar la investigación, incluyendo la investigación en farmacología, para proteger la salud pública; para la defensa de la nación, para enjuiciar a los autores de delitos cometidos tanto en la calle como en una oficina bancaria, para que se encargue de regular las empresas de manera que estas no perjudiquen nuestra salud o el medio ambiente, para asegurarnos de que los trabajadores puedan formar sindicatos, para prevenir y evitar condiciones laborales de explotación, para que los empleadores no roben la plusvalía generada por los trabajadores; para que se inspeccionen los alimentos; para prohibir elementos digitales que utilicen DRM o la censura , para reducir las emisiones de CO2 y salvarnos del desastre de calentamiento global; para asegurarnos que los productos químicos no sean tóxicos, y para la protección de los derechos humanos para todos . (Esta lista no pretende ser exhaustiva ni excluyente).
Por encima de todo, necesitamos un estado con el fin de tener una democracia , que es el sistema por el cual muchos no ricos se unen para vencer el poder de los ricos y así negarles el control sobre la sociedad.Lo único que EEUU hace bien hoy es el bienestar corporativo y la vigilancia masiva. Ya no es una democracia.
Es cierto que el gobierno de EE.UU. hace que muchas de estas cosas mal. Las únicas cosas que hace bien hoy en día son el bienestar corporativo y la vigilancia general masiva. Esto se debe a que, en la práctica , ya no es una democracia : ha caído bajo el poder de los plutócratas, por lo que ya no sirve para mantenerlos bajo control. Los plutócratas también controlan los medios de comunicación, y los utilizan para difundir mentiras y distraer a la gente de los verdaderos problemas .
Los plutócratas no quieren que reclamemos el control de nuestro gobierno ni crear numerosos puestos de trabajo. Por lo tanto , la mentira más básica que propagan es la afirmación de que el gobierno nunca es la solución para cualquier problema. ( Incluso hay estadounidenses creyendo que el gobierno tenía la culpa de la crisis fiscal y la recesión, en lugar de los banqueros o Banksters). Si creemos todo eso, no tendremos una solución para nuestro problema principal : frenar los plutócratas!
————————————————– ——————————
Noam Chomsky explica la idea del «Tea Party» de que «queremos que el gobierno se salga de nuestras espaldas» es usada para distraer a la clase trabajadora norteamericana con el objetivo de que no se organice.
En una vieja película sobre la vida de Mozart, «Amadeus», los asesores del Emperador le llenan la cabeza sobre algo muy particular: Mozart hacía musica con demasiadas notas. Y como el Emperador era un también un aficionado a la música, en un momento determinado de la película le hace la observación al propio Mozart sobre las «demasiadas notas» que había en una ópera. Frente a ello, Mozart le contesta «¿sí? ¿cuáles?». Obviamente el Emperador no estaba en condiciones de decirle cuáles notas «sobraban».
Para los liberales, el Estado es una partitura que tiene que escribirse con poquitas notas. Frente a un Estado de Bienestar (en cualquiera de sus encarnaciones) dirán que hace demasiadas cosas (demasiadas notas). Pero a diferencia del Emperador frente a Mozart, los liberales saben muy bien cuales «notas» sobran y cuáles las esenciales para que puedan seguir bailando su baile. Dicho lo cual, lo liberales, continuos gendarmes éticos del Estado, también lo necesitan: no hay mejor manera de proteger los intereses de los poderosos que con el propio Estado.
Por otra parte, está el Estado que necesitamos la mayoría, que es el que describe la nota.
Necesitamos del Estado, pero no cualquier Estado. Y creo que el Estado que necesitamos, en línea con la propuesta de la nota, es un Estado ético que estructure la vida de las personas en ciertos ámbitos y que permita el libre juego en otros, ya que la tensión entre igualdad y libertad siempre estará presente.
Para que ese Estado que necesitamos (y que no tenemos) sea un presente y no un ensueño, hace falta lo mismo que reclama la bandera del software libre: participación, compromiso. Y eso es exactamente lo que el sistema imperante, desalienta, desnaturaliza, encubre, obtura permanentemente. La comodidad, los fetiches del consumo, el hedonismo, la fantasía del control, etc., son diversos factores que operan como verdaderos «opios de los pueblos», para domesticarles a voluntad.
El Estado que necesitamos no está en ninguna parte, es el que hagamos nosotros o se estructure ante nuestra indiferente mirada. Hoy, lo que tenemos, en nuestra provincia, para no ir más lejos, es un Estado que enarbola banderas propias de un Estado de Bienestar, pero con una particularidad: está prácticamente fundido, por razones varias. Sacarlo del poso financiero, sanearlo en todos los aspecto imaginables y establecer condiciones reorientadoras, es lo que se impone. Se impone una ley de sueldos, que termine con el escándalo que supone la lucha entre los propios trabajadores, a ver quién tiene mejor suerte con su convenio, por ejemplo, porque se establecen distorsiones que son enmascarables en el discurso pero no en la realidad. Porque también los sindicatos están atados a una lógica liberal: cada cual atiende su juego. Es por estas cosas que un colectivero gana más que un docente. Es muy fácil decir que «hay que nivelar para arriba», el discurso banca todo. Pero resulta que todos los colectiveros de Mendoza no superan los cinco mil (digamos) mientras que los docentes son más de CINCUENTA mil.
Discutir el Estado que necesitamos implica confrontar con los que lo quieren para defender sus privilegios, pero también implica volver a discutir las solidaridades de clase y un largo etcétera. En cualquier caso, implica asumir parte en el asunto.