Google anuncia cambios: la cosa se pone peor

images

A las usuarias del globo parece no resultarles muy importante las coincidencias que se han dado en los cambios políticos más resonantes desde el 2016 para acá. Resulta que en EEUU, Brasil, India, Argentina y Venezuela -entre otras- las redes antisociales -sobre todo las manejadas por Zuckerberg- han sido fundamentales para ganar elecciones. La táctica es la generación de odio para apostar a la polarización y presentarse como la menos peor. Así, por ejemplo, usaron WhatsApp en India: mostraron videos de musulmanas comiendo carne a sectores de la población que les resulta aberrante ese tipo de ingesta. ¿El resultado? Un rotundo cambio en la sociedad que puso en el primer lugar de las contiendas electorales a quien tenía pero imagen. El caso de Bolsonaro es paradigmático en esto.

Es en este marco en que otras corporaciones de venta de identidades de usuarias se quedan offside. Claro, las intenciones políticas de Zuckerberg están claras y algunas la mencionan como candidata a presidenta en EEUU para la década del 30, pero el negocio de Google ha sido ser una mastodonta que está metida en todos lados y si querés pasar, tenés que negociar con ella. A eso le sumaron los anuncios personalizados, que permiten obtener información de las personas con el objetivo de manipularlas (estimularlas dicen en la jerga eufemística) con el objetivo de generar una necesidad o conducta basada en la identidad de una persona.

En este marco se da una noticia importane: el lanzamiento de Edge Chromium. Sí, la gente de Microsoft anunció que va a comenzar a basar su navegador en Chromium (el terror de cualquiera, recordá que la ética de Google y la de Microsoft son mi diferentes aunque ambas empresas den asco). No sólo fue eso, sino que además de una forma socarrona y bastante estúpida exigían a Firefox que abandone su desarrollo y se base también en Chromium. Algo aun más absurdo: en este terreno, si Firefox se corre, sólo queda Chromium. Sería como pararse del recinto y dejar que vote toda la derecha sola, como le gusta hacer al trotkysmo vernáculo. Nunca entendí cuál es el beneficio que obtenemos las votantes de izquierda si la gente a la que votamos para que nos represente en el congreso se para y se va cuando no le gusta el tema de la sesión.

El asunto es que en este marco, Google planea cambiar la forma en que las extensiones se integran con su navegador web. Está claro que esto va a producir problemas, pero trascendió un objetivo solapado: la intención de hacer que las apps que bloquean publicidad funcionen mal. Algo posible, pero también estúpido, seguramente la comunidad encontrará otra alternativa para poder navegar sin que vendan su identidad ni su dominación política. ¿Cuánto llevará? ¿Semanas? Aunque llevara meses, es una lucha que tienen perdida, sin embargo, seguramente las ganancias que les produzca el poco tiempo de adaptación que seguramente tenga la comunidad sean un respiro o un ingreso monumental para esa corporación.

Google anunció que los cambios están destinados a reducir la cantidad de extensiones maliciosas, pero de cuajo las desarrolladoras de uBlock Origin y uMatrix salieron al cruce informando que estos cambios podrían generar malfuncionamiento en las bloqueadoras de anuncios. Una extensión es una forma muy conveniente de sumar funcionalidades sin tener que complicar demasiado el desarrollo y sostener un desarrollo principal en una línea universal que al mismo tiempo consume pocos recursos, una suerte de navegador modular al que le vas poniendo accesorios de acuerdo a tu gusto, necesidades y hardware. Se trata de una metodología que lleva más de una década y cuenta con una enorme popularidad.

Algunas resultan imprescindibles para quienes las están utilizando. Google comunicó que aumentará el bloqueo de extensiones (que abarca por ejemplo apps que sirven para descargar videos de YouTube) y permitirá exclusivamente las que se instalen desde la tienda oficial (donde no se puede publicar nada que no cumpla las exigencias de Google). A este bloqueo masivo privativista le han colocado el nombre de ‘Manifest V3’ y se presenta como una reguladora de extensiones que busca mayores garantías de seguridad, privacidad y rendimiento. El tema es que quien define qué es la seguridad, qué es la privacidad y qué rendimiento debe tener es una sola corporación global: Google. Y si se les sumó Edge ni te cuento.

Las bloqueadoras de anuncios dependen de una API que también es utilizada por extensiones maliciosas, y eso le basta a Google como argumento para dejarlas sin efecto. ¡Oh casualidad! Dejaría de funcionar una de las técnicas que pone en jaque constantemente a la corporación.

Este contexto, a pesar de los desvaríos de Mozilla y sus constantes contradicciones, en la línea de navegadores de consumo masivo, utilizar Firefox es un acto de militancia.
¿Qué hacer? No dejar que ganen. ¿Cómo? No usando el software que producen estas corporaciones.

Aquí en Tribuna Hacker hemos publicado muchas alternativas a los navegadores que nombramos más arriba, basta con buscar ‘navegador’ para toparse con una buena cantidad de opciones.

Sí, nuestra dependencia y nuestra libertad, están al alcance de un click.

¡Happy Hacking!

Salir de la versión móvil