El pecho armado

puente pueyrredon kosteki Sergio Kowalewski

Me disculpo, esta no será ni puede ser una nota bien hecha, ni bien escrita, pero no quiero dejar de hacer memoria simplemente porque me lo impida el ego.

Hace dos días se cumplieron 12 años de la masacre de Avellaneda. Tal vez haya pasado inadvertido para vos, en esos días habían muchas muertes, mucho hambre, mucha preocupación. El 26 de Junio de 2002 todavía enlodado el país por la crisis que tomó por época y bandera el mes de diciembre de 2001 pero que había comenzado con la dictadura genocida que se formalizó el 24 de marzo de 1976, varios de los tantos espacios de militancia social, de esa cosa nueva y extraña que parió el pueblo como forma de organizarse frente al ataque del menemato, como fueron movimientos de desocupadas, asambleas y piqueteras, convocaban a una movilización masiva con consignas que hoy serían tratadas de destituyentes: aumento general del salario, aumento en el monto de los subsidios a las desocupadas, más alimentos para los comedores populares y solidaridad con la fábrica Zanón, que enfrentaba un posible desalojo.

El puente Pueyrredón en Buenos Aires, es un lugar estratégico para este tipo de situaciones, y una de las columnas movilizadas se topa con que en ese mismo puente estaba dispuesta una pinza represora, una trenza de tortura y coimas conformada por la Policía Federal, la policía de la provincia de Buenos Aires, gendarmería y prefectura naval. El MTD (movimiento de trabajadoras desocupadas) no logró entonces cortar el puente y además fue dura e ilegalmente reprimido. Entre esas trabajadoras desocupadas estaban Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Dos nenes que estaban peleando por un presente mejor en un marco donde pensar en futuro era apresurado. Tenían 21 y 22 años respectivamente, venían de Guernica y Lanús, ambos formaban parte de la coordinadora de Trabajadoras Desocupadas Aníbal Verón.

Fueron salvajemente fusilados por la policía, encarnadas por Fanchotti y Acosta, dos asesinos del estado de esos que integran la policía bonaerense.

Darío y Maxi murieron juntos y no se conocían, pero no necesitaban hacerlo. Darío se encontró con un Maxi herido, moribundo en el suelo dentro de la estación Avellaneda. Se arrimó a socorrerlo cuando de pronto ingresaron sus asesinos. Darío corrió por su vida y fue fusilado por la espalda.

Darío podría haber seguido su paso. La muerte en una movilización no es ninguna rareza ni mucho menos una novedad. Sin embargo se detuvo a socorrer al compañero y sufrió una muerte heroica perpetrada de forma cobarde y salvaje venida de las balas policiales.

En la tapa de Pagina/12 puede verse el cuerpo de Kosteki, colocado en esa forma por la policía para que termine de desangrarse. Para provocar la muerte. En la imagen de la derecha la secuencia que muestra la persecución que terminará con la muerte de Santillán. Para Clarín es la crisis la que está empuñando la escopeta.

Algunos medios estaban presentes cuando esto sucedió. Clarin en particular tituló «La crisis causó dos nuevas muertes», como si no hubiera sido la policía la que asesinó a estas luchadoras sociales, ni un poder comandándola. No, fue la crisis.

Esta nota no intenta reconstruir aquel nefasto momento, sino interesarte en que reconstruyas estos hechos, a recordar y homenajear a estas dos jóvenes que murieron luchando por un mundo mejor, que no murieron solas.

Mucho de esto está en Junio, canción de Jorge Fandermole que relata al dedillo lo sucedido y que alguna anónima ha ilustrado en el video que sigue, de forma clara, brillante, dolorosa. Te invito a verlo, a hacer memoria y a seguir gritando hasta la victoria siempre.

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¡Happy Hacking!

La masacre en imágenes (click para ampliar)

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