¿Te has preguntado alguna vez si te pertenece todo lo que subís a las redes sociales? Lo lógico sería decir que sí, pero no es estrictamente así.
Las redes sociales no se llamarían de esta manera si no permitiesen el contacto público a las personas que habitan en ellas. Remarquemos lo de público porque todo lo que subimos a las redes lo puede ver cualquiera; siempre que no tengamos cuenta privada o candado. Y entonces surge una duda: ¿nos pertenece todo ese contenido?
La respuesta corta sería decir que sí: somos las dueñas legítimas de todo el material que subimos. O lo que es lo mismo: una vez queda registrado con una hora y fecha que se puede demostrar, las imágenes, vídeos, comentarios… nos pertenecen en propiedad. Pero más allá de este punto, entran los matices ya que no son nuestros los derechos de explotación.
Por norma general todas las redes sociales y aplicaciones en las que se sube contenido de manera pública poseen los mismos contratos de uso. Podríamos decir a grandes rasgos, que les cedemos los derechos de explotación del contenido y que nunca podremos pedirles réditos económicos a cambio. Siempre manteniendo la propiedad de nuestro contenido.
Las redes sociales se quedan con el poder legal de explotar nuestro contenido a su gusto
En Gizmodo hacen un espectacular recorrido por Facebook, Twitter, Instagram y otras redes sociales similares para bucear en los términos y condiciones de servicio. Como constatan ellas, y he constatado yo misma, todas mantienen a la autora del contenido como su propietaria, pero especifican que el uso de todo el contenido publicado pertenece a la empresa que ofrece el servicio.
No significa que las redes sociales vayan a lucrarse directamente con todo lo que publicamos ya que no utilizarán las imágenes como soporte para una campaña publicitaria ni una actualización de estado como eslogan, pero sí podrían usarlo para, por ejemplo, promocionar los servicios. Con un añadido importante: para que el resto de usuarias vea lo que publicamos las redes sociales se han de asegurar de que tienen los derechos necesarios para publicar el contenido en todas las cuentas manteniendo la opción de compartirlo.
Una red social necesita los derechos de uso para que el resto de usuarias vea el contenido
Esta es una de las claves por la que no nos pertenecen los derechos de explotación: una red social se basa en los contactos entre personas, por lo que necesita utilizar lo que subimos para que aparezca en los muros y timelines de las usuarias. Sin que esto cierre la puerta a la utilización económica del contenido ya que legalmente están autorizadas para ello.
Entrar en las condiciones que firmamos cada vez que nos abrimos una cuenta supone armarse de paciencia; también implica conocer el lenguaje enrevesado. Todos los acuerdos de uso suelen estar escritos en términos legales, algo que hace sumamente complicado su entendimiento. Algunos portales, como Facebook, han aligerado la dificultad del texto. Aquí hay un extracto de sus condiciones.
“Nos concedes una licencia no exclusiva, transferible, con derechos de sublicencia, libre de regalías y aplicable en todo el mundo para utilizar cualquier contenido de PI (con propiedad intelectual) que publiques en Facebook o en conexión con Facebook”.
Lo que viene a decir es que sí, el contenido es tuyo, pero podemos hacer lo que queramos con él sin que pongas ningún impedimento. Y sin que percibas un pago a cambio, por supuesto. Y lo peor es que el acuerdo no finaliza si alguien ha compartido tu contenido por más que lo elimines o cerrés la cuenta.
“Esta Licencia de PI (propiedad intelectual) finaliza cuando eliminas tu contenido de PI o tu cuenta, salvo si el contenido se compartió con terceras y estas no lo eliminaron”.
Facebook explica la privacidad para que la entienda cualquiera
El resto de redes sociales va en línea de lo que remarca Facebook. Si nos fijamos en las condiciones de Twitter:
Usted conserva sus derechos sobre cualquier Contenido que envíe, publique o muestre a través de nuestros Servicios. Lo que es suyo, es suyo: usted es la dueña de su Contenido (y de las fotos y vídeos que formen parte del Contenido).
Aquí la red social remarca nuestra propiedad de todo lo que subimos. “Lo que es suyo es suyo”, dice. Hasta el momento de llegar a los derechos de autora.
“Al enviar, publicar o mostrar Contenido a través de los Servicios, nos otorga una licencia mundial, no exclusiva, libre del pago de derechos (con derecho a sublicencia) para usar, copiar, reproducir, procesar, adaptar, modificar, publicar, transmitir, mostrar y distribuir dicho Contenido en todos y cada uno de los medios de comunicación o métodos de distribución posibles”.
Legalmente Twitter tiene permiso para hacer lo que le salga del pájaro con nuestro contenido. Y ojo, que no limita el medio: cualquier método de distribución posible. ¿Hemos subido una foto de nuestra hija? Puede publicarla en una revista sin que nos podamos quejar o reclamar derechos. No lo va a hacer, pero puede.
Deberíamos tener conciencia de todo lo que subimos a la red
Hemos visto que el contenido nos pertenece y no, casi a la vez. Haciendo un chiste, podríamos decir que todo lo que subimos a las redes es como el contenido de Schrödinger: es nuestro pero pueden hacer lo que quieran con él sin pedirnos permiso. Y deberíamos tomar conciencia de ello ya que cualquier cosa que subamos no solo estará en Internet para siempre, también es susceptible de utilizarse.
Piensa que cualquier cosa que subas puede quedarse en Internet para siempre
Hemos ido cediendo nuestra privacidad hasta que casi dejó de existir. No es cuestión de obsesionarse ni tampoco de convertirse en una ermitaña social, pero sí creo que resulta necesario valorar qué subimos y con qué frecuencia lo subimos. Fotos demasiado personales, datos que permitan localizarnos y, algo importante, detalles de personas que no nos han dado permiso estricto. Cuidá tus redes sociales y te cuidarás a vos también.
Ya lo sabés: las redes sociales pueden hacer lo que se les antoje con tu contenido. Aunque eso sí, siempre será tuyo por más que aparezca en mil sitios. Qué consuelo…