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¿De qué hablamos cuando hablamos de conocimiento?

A veces; cuando damos una charla o debatimos con alguien nuestra predica sobre la liberación del conocimiento nos encontramos con que el concepto de conocimiento es equívoco, no todas referimos al mismo concepto; incluso cuando la interlocutora es una par del software libre.

Cuando hablamos de conocimiento no hablamos de gente culta. Y mucho menos del concepto que se tiene de «ser culta». No hablamos de dominar diferentes campos del saber, ser una erudita en literatura o matemáticas, ser versada en cine, música, pintura y otras diversas formas del saber.

Una hacker lee mucho, lee código y lee textos; investiga sobre diversos temas y los aplica a sus desarrollos, incluso domina diferentes campos del arte y la ciencia; por eso hoy es muy común encontrar a artistas plásticas o músicas que son también hackers.

La hacker no construye una pose alrededor de ser poseedora de diversos saberes, como tal vez sí una artista más mediática. Porque justamente el paradigma que busca romper el hacktivismo es el de la posesión de los saberes por un gurú y una universidad de esos saberes; apuntamos a la posesión de los saberes por el rizoma, la mesh, o sea un conocimiento distribuido entre todas las comunes o pares y a una diversidad o multiversidad de esos saberes.

La cultura es una parte del conocimiento pero no el conocimiento. La cultura es una construcción local o regional de diferentes formas del conocer pero básicamente es exclusiva de esa localización geográfica, por lo que para acceder al compendio de los saberes distribuidos, debemos aceptar el cruce de múltiples saberes; pero fundamentalmente de las múltiples formas de construir el saber y las implicancias que ese saber contiene.

Ser una hacker es un trabajo cotidiano que nos lleva una gran cuota de esfuerzo y nos lleva años perfeccionar. Esta perfección dista de una hacker a otra. Algunas hacker consideran la perfección como la dominación de los distintos lenguajes y script posibles que le permitan acceder a redes privadas; para otras la perfección reside en la capacidad de aplicar el hack/ hacktivismo a las distintas tareas cotidianas. Yo me encolumno entre los últimos; creo que es importante que las jóvenes sepan programar, pero también pintar, esculpir, sembrar, dibujar, componer, solfear, y desarrollar todas las formas del espíritu.

Cuando hablamos de conocimiento, fundamentalmente hablamos de dos cosas: su distribución a través de plataformas y espacios comunes libres; como también del desarrollo que facilite esa distribución y sus innovaciones.

Estamos hablando de un conocimiento que no busca convencer a otra de una mono acción, de una solución única, de una universidad de las cosas; estamos hablando de un aprender constantemente, de la multiplicidad de soluciones y de la diversidad de las cosas. Por eso [pullquote]nos oponemos a esas soluciones que se conforman en la única opción[/pullquote] sin mediar otras soluciones de menor impacto y que sean más respetuosas de la diversidad social y humana.

Pero fundamentalmente conocimiento es ética. Para una hacker no hay conocimiento posible sin ética.

Hace muy poco un documental estadounidense sobre memoria y psiquis terminaba con el conductor preguntando si estuvo bien que Parson torturara a su propia hija para poder medir las respuestas a los estímulos y se auto contestaba que él no lo habría hecho pero se alegraba de que Parson sí lo hiciera, porque eso había abierto una puerta al conocimiento. Yo opino que esa puerta esta viciada de falta de ética; si aceptamos que para lograr un conocimiento debemos pagar un precio valuado en el sufrimiento y la vida de las otras, algo esta mal en nosotras.

Decir que la muerte de una, diez o cien personas es el precio que salvará la vida de millones es una excusa para nuestra total falta de ética. Que decenas y cientos de mujeres pertenecientes a tribus de África o Bolivia hayan sido esterilizadas en el marco de pruebas o decisiones científicas, que no las incluyeron es una falta de ética; pero aún más es un delito que debe ser juzgado y condenado.

El conocimiento sin ética no es conocimiento; es esclavitud y homicidio. Por eso muchas hacker que defendemos el conocimiento y el desarrollo libre pedimos que todo acceso al conocimiento circule en plataformas abiertas que nos informen a todas los mecanismos e instrumentaciones que se utilizan para lograr ese conocimiento. Sus posibles consecuencias y el sometimiento a la auditoría de miles de científicas a nivel global.

La sola sospecha de que una tecnología daña a la humanidad o a su medio ambiente debería ser suficiente, para que esta sea sometida a revisión del estado y de las colectivas que operan sobre esa rama del conocimiento.

Pero esto es una utopía de hackers ecologistas, o ecohackers, o ciberhippies y toda esa jerga de descalificativos usados por una derecha científica que basa su desarrollo en el lucro, en la regla de que los fines justifican los medios. En esa lógica hemos primado la producción de dinero a la de alimentos, medicamentos, tecnologías ….y un largo etc de saberes y conocimientos.

1 comment

  1. Junto con todo lo interesante de la nota, me parece pertinente aportar un par de cositas (es retórico, a lo mejor es una o son cuatro, no se…). Creo que -por lo general- se confunde conocimiento con información. Cuando comparto un puñado de links con servidores torrent no estoy compartiendo conocimiento sino información. Cuando comparto maneras de alterar un script o una rutina en un programa, estoy compartiendo conocimiento.
    Conocer es -tal como expresa la nota- poseer un saber, que siempre está surcado por circunstancias socioculturales e históricas (no ha saberes «en el aire»). La cuestión de Parson, denota una cultura del conocimiento y una ética del conocimiento. El autor de la nota expresa una concepción ética del conocimiento que no comparte la de Parson y el comentarista: son diferentes culturas y ni el conocimiento ni la ética escapan a esa coordenada, que les quita «universalidad». La ética hacker (por lo que voy conociendo) está íntimamente ligada a una ética de la responsabilidad y los derechos humanos; con lo cual se extiende el campo de acción más allá de los argumentos multiculturales, tan representativos de la era hipermoderna actual.
    El multiculturalismo, detrás de su cara amable y tolerante, propone el respeto de las diferencias, en un diálogo constante entre las diferentes culturas. Con eso, se gana en evitar la «universalización» de modos que solo son culturales y a su vez se afirman esas identidades parciales. Pero se pierde en la conciencia de contradicciones tan universales como la dominación, la explotación y la enajenación proletaria a escala mundial, como así también tropelías como la ablación de clítoris a las mujeres, en ciertos ámbitos del cercano Oriente.
    Si he captado bien las coordenadas de la propuesta ética hacker, el autor plantea una pauta que pone límites al conocimiento en términos de -como dije- derechos humanos y responsabilidad con el ambiente y las oportunidades de generaciones futuras.
    Por otra parte, si conocer es saber algo, de algún modo, hay que reconocer que el conocimiento no es «el tener posesión de algo» sino el hacer algo, una praxis teórica o una práxis práctica. No quiero enredarme ni enredar a nadie con cuestiones de epistemología, sino destacar el hecho de que el conocimiento es una práctica que se hace en un lugar, en un tiempo. Las formas que ha ido adquiriendo el conocimiento son muy reveladoras del estado actual de la civilización. Hoy conocemos en términos de tecnociencia: la tecnología, la política, la economía y la educación se entrecruzan para producir prácticas que permiten avanzar en saberes que están a su vez influídos por estos factores mencionados. Piénsese en todos los portentosos descubrimientos científicos y se verá el carácter «empresarial» del conocimiento contemporáneo.
    La cultura hacker ha diseñado esto bajo un paradigma distinto: esto no se da entre conglomerados económicos, estados y universidades, sino entre comunidades, que a veces interactúan con estos factores anteriores. Las políticas de conocimiento son diferentes. Hoy en Argentina y en el mundo entero, la agenda de investigación está condicionada por los intereses de los propietarios de las «revistas especializadas» o quienes financian esas investigaciones. LO que se conoce puede ser muy resistente a las contrastaciones más diversas, pero el asunto es reflexionar sobre QUÉ se conoce o busca conocer y allí es donde están las sorpresas, la poco desinteresada de la orientación general de los esfuerzos investigativos.
    Aquí mismo se han debatido cuestiones como las patentes farmacéuticas. Es un claro ejemplo de una práctica del conocimiento que desde la producción de los saberes hasta la oferta final y su comercialización está signada por una ideología y una ética determinadas. Considero muy importante que se tengan en cuenta estos condicionamientos, porque la naturaleza de la producción de conocimientos tanto como su obturación está íntimamente relacionada con una tensión que décadas atrás se reflejaba hasta en las pintadas callejeras de los grupos políticos: liberación o dependencia.

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