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Cultura libre y educación hacker

Desde que venimos a este mundo, después de la ardua tarea de convertirnos en una persona partiendo de una célula apencada en la pared del útero de nuestras madres; nuestra característica más sobresaliente es la curiosidad. Sin embargo esa característica es perdida a lo largo de los primeros años de escolarización y muy mal vista de mantenerse por mas tiempo. Incluso existen advertencias a modo de dichos populares del tipo “La curiosidad mató al gato”.

Por suerte hay espacios de curiosidad que las sociedades mantienen y a cierta edad incluso incentivan, facilitándonos información en forma de libros, publicaciones, ilustraciones, fotografías, monumentos, redes de entretenimiento, y hoy de comunicación global (internet); para acercarnos a retazos del saber y saciar nuestra curiosidad. Pero como si se tratara de una búsqueda del tesoro en el Laberinto del Minotauro, no todas logramos llegar a ella. Por falta de recursos, oportunidades o formación muchas somos excluidos. Es ese ser virtual al que llamamos Sistema quien elige y otorga los privilegios.

Pero ese afán de saber esta en todas nosotras. A veces se idiotiza con píldoras y ruido, para hacernos funcionales a las necesidades del estado o el estado global. Incluso a veces al ver que no pueden lograr nuestra idiotez nos criminalizan y saber es un delito, compartir es un delito, aprender es un delito, enseñar es un delito.

Fundamentalmente el problema reside en que cuando compartimos el saber descubrimos los parches de la Ley y vemos su única utilidad: criminalizar a la diferente.

La hacker es un paradigma de este conocer ilegal. Y las culturas basadas en el modo hacker son una amenaza para el sistema de exclusividades impuesto por el Capitalismo.

Si el secretismo es desvelado, se quiebra la fortaleza que protegía el código fuente, podemos acceder al origen y las formas de la creación; y también podemos distribuir ese conocimiento, para beneficio del conjunto. El capitalismo cae, se desmorona. Porque su fuerza reside en la exclusión, en poder dar los recursos para todas a quienes puedan pagarlos.

Entonces las curiosas, las hackers deben ser criminalizadas porque estas personas lo que quieren es la olla al otro lado del arco iris. La hacker -como toda activista que pide libertad y autonomía- es mala, somos el origen del terror, nos declamamos desde ese poder invisible a través de los estados.

Pero la realidad es muy diferente.

La ética hacker es crear, innovar, solucionar y compartir esos conocimientos, distribuyéndolos libremente. Esto por supuesto; no ocupa sólo el ámbito de la informática (lo digital), como parecen empeñados en hacernos creer. Nuestra cultura abarca todos los campos desde la metalúrgica hasta la biotecnología y se puede hackear cualquiera de ellas.

Es allí; justamente, donde la forma de ser y hacer lo hacker toma significado.

Ser hacker es ser entusiasta con lo que se hace.

Ser hacker es disfrutar lo que se hace.

Ser hacker es distribuir todo el conocimiento.

Es decirle a alguien «yo pude hacerlo, vos también».

Y que esa duda se haga insoportable para la otra: «¿Yo también puedo hacerlo? ¿Yo también soy capaz?»

El hacktivismo es una cadena de conductas éticas que empiezan por aprender y terminan por compartir esos conocimientos. Esto no se trata del modelo terminado, se trata del modelo aún no terminado, con los procedimientos, las ideas y los usos aprendidos y mejorados para ser nuevamente distribuidos en una ronda permanente.

La pregunta que se desprende es ¿qué educación quieres?

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