Cómo elegir el teléfono con la mejor cámara

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Cada vez que pensamos en comprar un smartphone, nos centramos en algunas características en especial. La cámara es una de las preferidas para centrar el ojo. Siempre buscamos la ‘mejor’. Esa cámara de 64mpx con la que podés sacar fotos a los cráteres de la luna en plena noche, la que te permite grabar en HFR a 4k, la que es ideal para tomar fotos en movimiento, y un sin fin de otras características. En fin, características que redundan en que estemos dispuestas a gastar hasta un 50% más por un equipo de estos. Obviamente, las que ya se gastaron varios sueldos en adquirir alguno, sostienen que su cámara es la mejor.

Es una guerra absurda.

Lo cualitativo no puede ser cuantitativo (o no debería)

Es imposible dar un puntaje a una cámara, porque la perspectiva desde la que se la ve es subjetiva. Por ejemplo, la modesta cámara de 8mpx de mi celular es administrada por un software que me permite controlar la obturación y con eso poder tomar la mejor foto en prácticamente cualquier momento del día. Para mí es la mejor. Pero para una usuaria que pretende jugar con el enfoque, esta cámara y su software sólo servirán en momentos de mucha luz, por lo que la cámara es un desastre.

La usuaria que no cuenta con conocimientos técnicos sobre fotografía (sobre todo lo que respecta a luz), no se fijará en los mismos conceptos que la que sí los tiene. Si le basta con sacar su teléfono y pulsar la pantalla para obtener una foto nítida, probablemente termine satisfecha, aunque a ese equipo le falte la más mínima de las características que busca una fotógrafa.

Luego de que los smartphones comenzaran a incorporar cámaras decentes, y con el paso de los años, tal vez la fotografía se ha transformado en una de las artes más a la mano de las usuarias. Y esto es clave, porque jamás se ve al arte como algo objetivo, lisa y llanamente porque no puede serlo ya que es producto de la subjetividad. Pueden gustarte o no los resultados finales, pero son resultado de la combinación de un hardware, un software, en muchos casos una inteligencia artificial y… la opinión de una persona que utiliza todo eso para tomar la fotografía que más le gusta. Y punto.

En las comparativas, suelen aparecer situaciones en las que se intenta examinar las capacidades de estos equipos hasta llegar al último milímetro. Pero más allá de que esos análisis son de utilidad para conocer resultados globales, terminan generando cierta confusión, producto de que la cantidad de usuarias que desean que sus fotografías no tengan desenfoques cuando hace un zoom de 50 sobre una foto, es realmente reducida y a esas es a las que serviría ese dato. Por otra parte, está la cuestión del ‘paladar’, algo muy similar a lo que sucede en el mundo del vino: existe gente que dice que sabe más que otras personas y eso funda una suerte de élite, que colabora constantemente con la confusión. Lo cierto es que la mayoría de las usuarias goza de la fotografía casual y no está interesada en hacer un zoom de 50 para chequear microdefectos en su pantalla de 42″.

¿Cómo encontrar la cámara perfecta?

Es una pregunta bastante compleja de responder, pero lo hago con un consejo: buscá comparativas donde se haya tomado la misma imagen con distintos equipos y elegí al que más te guste, que es lo que en definitiva importa. ¿Para qué querés una cámara que te obliga constantemente al balance de blancos si querés fotografiarte en grupo comiendo un asado? Lo más probable es que esa configuración haga que tomes fotos de menor calidad de lo que pretendés o que no te interese esa función ¿para qué pagar de más por algo que no pretendés usar? Distinta es la precaución: si te parece que en algún momento cercano puede interesarte, entonces es bueno tenerlo en cuenta, pero en caso de que seas una total desinteresada en la precisión del control manual de tu cámara, no tiene mucho sentido que elijas una cuya característica principal es este tipo de manejo.

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