Hoy traemos el resumen de un estudio liderado por Álvaro Luna que nos muestra cómo las ciudades podrían servir de refugio para algunas aves amenazadas, pero no para preservar sus valiosas funciones ecológicas. Este trabajo, ha sido publicado recientemente en la revista Peer J, y lo han llevado a cabo investigadoras de la Estación Biológica de Doñana-CSIC en la isla de La Española (República Dominicana y Haití).
Las ciudades como refugio para especies amenazadas
La situación de declive que sufren muchas especies a nivel global ha dado lugar a algunas situaciones paradójicas, como es que algunas de ellas encuentren refugio en la ciudad, un entorno degradado, pero donde generalmente hay menos enemigas y que, además, proporciona fácil acceso a gran cantidad de comida y posibilidades de nidificación. En algunos casos, las ciudades incluso suponen el último baluarte para que ciertas especies se salven de la extinción, hecho que no debe llevar a desatender la conservación de las especies en sus hábitats originarios por los motivos que a continuación contaremos.
El ejemplo que ilustra este artículo tiene como protagonistas a las dos aves Psitácidas (cotorras y pericos) autóctonas de la isla de La Española (que contiene a República Dominicana y Haití). Tras un censo llevado a cabo en 2017, un grupo de investigadoras de la Estación Biológica de Doñana ha constatado que la situación de la cotorra de La Española (Amazona ventralis) y la perico de La Española (Psittacara chloropterus) es aún peor de lo que se pensaba previamente, ya que han encontrado muy pocos ejemplares, incluso en las zonas mejor conservadas de la isla. A pesar de que la evolución de sus poblaciones muestra una situación alarmante, la gente sigue cazándolas al entender que suponen una amenaza para sus cultivos, y también las captura para venderlas como mascotas. Sorprendentemente, esta pésima situación en su medio natural contrasta con las poblaciones detectadas en las grandes ciudades de República Dominicana, donde ambas especies se ven con facilidad y hasta se han censado dormideros con unos 1500 ejemplares de perico en Santo Domingo y otro de 50 cotorras en Santiago. Por desgracia, desde las zonas naturales llegan datos muy diferentes, conteniendo los dormideros detectados cantidades sensiblemente menor: 137 pericos y 15 cotorras.
Salvamos a la especies, pero perdemos sus valiosas funciones ecológicas
Este hecho indica que la ciudad actúa como un nuevo hábitat en el que estas especies pueden prosperar al no darse en él parte de los problemas que han conducido prácticamente a su desaparición del medio natural. No obstante, más allá de los números, no hay que desatender el hecho de que estas especies realizan unas funciones ecológicas imprescindibles en su medio natural, que en el caso de esta isla no pueden ser desarrolladas por otras especies en la actualidad. Hablamos de la dispersión de semillas de árboles, es decir, estas loras endémicas son una pieza clave para la regeneración del bosque, por lo que el hecho de que estén ecológicamente extintos en los bosques tropicales y de coníferas podría acabar afectando la estructura y dinámica de los mismos.
Por tanto, este estudio nos permite concluir que las ciudades, aunque en este caso puedan ser clave para salvar a determinadas especies, en ningún caso podrían salvaguardar las funciones ecológicas que éstas desempañaban en la naturaleza, por lo que su desaparición tendría consecuencias muy negativas para los ecosistemas naturales que formaban parte de su rango de distribución ancestral.
Vía Ecomandanga
Artículo completo:
Luna Á, Romero-Vidal P, Hiraldo F & Tella JL. (2018) Cities may save some threatened species but not their ecological functions. PeerJ 6: e4908 https://doi.org/10.7717/peerj.4908