Este quincenio; tal vez pase a la historia como el de la biotecnología; no porque se hayan iniciado experimentos en este sentido que datan de mucho más tiempo, ni porque se haya logrado solucionar absolutamente ningún problema esencial del ser humana del fin de siglo veinte; sino por su difusión, establecimiento como política de estado global y la aceptación por parte de todas nosotras.
En realidad; aquellas que nos oponemos al transgenismo somos vistas como Wilson en la novela 1984, inclusive diría que si se clasificaran las eras históricas las últimas dos serian Metrópoli de Thea Von Harbou desde 1880 a 1950 y 1984 de Orwell desde 1950 a 2014 y sigue. Porque tal vez no hubo época más vaciada de significado-realidad que esta que transitamos, donde las palabras abandonan su significado milenario, para cumplir con las necesidades de un poder que no vemos y se instrumenta a través de gobiernos de derecha e izquierda.
En un nota anterior ya habíamos explicado qué son los transgénicos u OGM; para producir este tipo de organismo se organizó una disciplina: la biotecnología.
Aquí fue impulsada por cientificas como Adrián Paenza, que con cierta cercanía al gobierno actual lograron que sea tomada como política de estado. ¿Qué implica esta situación? Pues que el gobierno garantiza e invierte en la estructura necesaria para producir e innovar en biotecnología; incluso realizando alianzas estratégicas con empresas del sector léase corporaciones como Monsanto, Bayer, Syngenta, etc.. Recordemos que nuestro país está entre los principales productoras de esta tecnología.
Ahora; muchas veces se nos llama ludditas por entender que nos oponemos a este tipo de investigación; lo que no es cierto. Nos oponemos a la aplicación que se está realizando de esta biotecnología; nos oponemos a la falta de difusión pública de las fuentes procesos, diseño, consecuencias, pruebas, errores y todo aquello que esté vinculado al desarrollo y a la falta de información derivada de estas para imponer un producto comercial.
Entendámosnos; la biotecnología tiene un potencial espectacular en entender cómo funciona el “código de la vida” y lograr grandes avances en la terapia médica, la conservación de la vida logrando la preservación de la diversidad; pero se la utiliza para lo contrario. Generando una gran cantidad de dudas:
1. ¿La creación de nuevas formas de vida?
2. ¿El cruce de los límites entre especies mezclar ADN anfibia con aves?
3. ¿Cuáles son las consecuencias a la vida natural?
4. ¿La terrible erosión de especies ocurrida desde el uso de estas tecnologías?
5. ¿La mezcla de ADN Humana con ADN animal?
6. ¿La contaminación y las mutaciones producidas a las especies colateralmente?
7. ¿Alteraciones en las estructuras sociales y culturales por el consumo de estos OGM?
Estas dudas; son sólo las iniciales y conforman la base de otras dudas mucho más particulares de cada caso. Ya ha quedado claro que las corporaciones no se rigen por conceptos éticos de respeto a las libertades de las comunes, ni de protección de la vida.
Ya el GloFish fluorescente, el primer animal genéticamente modificado fue vendido inmediatamente como mascota; para de esa forma multiplicar lo invertido.
Entendamos que estamos hablando de la alteración del código escrito en todas las especies por milenios de evolución. La Ingeniería genética aisla los genes, los modifica para lograr un funcionamiento determinado -¿mejoramiento?-, los incluye en el ADN de otras especies y obtiene el transgene; o sea, este proceso sin un corpus ético en el que este incluida la comunidad como guardiana de los límites es una trampa que nos convierte a todas en conejillas de indias.
Hace unos meses se nos hablaba de una mona fosforescente, en base a proteínas que brillaban en la oscuridad; el equipo científico aclaró que este proceso formaba parte de una investigación de Cura del Cáncer. Ante tamaña excusa quién podría oponerse a la continuación de la investigación. Y ese es el problema. Necesitamos de manera urgente una licencia biotecnológica que obligue a las científicas a liberar sus conocimientos para que sean criticados, mejorados y delimitados por la sociedad.
Una Ley que obligue a cada producto transgenético a estar debidamente señalado, para que la consumidora sepa que va a consumir un organismo genéticamente modificado; que esta ley incluya la reducción de gastos e inversiones para lograr la aprobación de productos 100% naturales. Ya que actualmente mientras a las grandes corporaciones no se les exige absolutamente nada para llevar el sello que las autoriza, por fuera de mantener las porciones toleradas por las humanas lo que es una gran trampa, 0,003 de algo no daña la salud humana pero la suma de porciones de esos algo causan desde obesidad a diabetes y cáncer; mientras que los productos orgánicos son sometidos a una serie de normativas que requieren altas inversiones por parte del pequeño productor y tramites interminables de certificación.
Eso para no caer en este artículo en los problemas acarreados por los transgénicos a la salud humana , que nos estamos centrando básicamente en los problemas éticos.
Hace un tiempo atrás cuando el gobierno de Correa anunciaba el Sumak Flock Society un científico ecuatoriano se preguntaba ¿Cómo la nanotecnología puede solucionar el problema del hambre, la vivienda y las enfermedades al pueblo ecuatoriano? Y finalmente llegaba a conclusiones que lo dejaban en el mismo lugar anterior al Sumak, un proyecto que solo apunta a unas pocas.
Nosotros podemos preguntar ¿Cómo Rosita va a solucionar el problema del hambre al pueblo argentino? Y llegar a la conclusión de que hubiera sido más redituable lograr una tecnología donde las madres no pasen hambre, y tengan acceso a una salud integral, para que den a sus hijas de mamar una leche humana y amorosa que nos de niñas fuertes y felices.
¿Cómo la biotecnología puede solucionar el tema de la vivienda? Hasta ahora el transgenismo se ha traducido en un modelo de negocios agrícola-ganadero que necesita de su expansión, el desalojo de comunidades, el control total de la tierra; la suba descabellada de las propiedades inmobiliarias en los grandes centros urbanos, el desalojo de las barriadas pobres para construir barrios privados, vigilados y exclusivos.
¿Como la biotecnología puede solucionar el problema de las enfermedades? El modelo biotecnológico actual basado en un fuerte patentamiento de las formulas es privativo y concentrador, dándole a unas pocas corporaciones el control de la salud, lo que excluye y condena a una vida y una muerte indigna a muchas humanas.
Tal vez todo se resuma a tener mascotas fosforescentes como sinónimo del nuevo Bienpensar.
Fuentes:
http://glofish.com/
http://www.actionbioscience.org/esp/biotecnologia/glenn.html