Hasta hace muy poco tiempo, la comunidad de Talea de Castro, en Oaxaca, México, se contaba entre las muchas comunidades indígenas sin posibilidad de acceso a la telefonía celular. La razón no era la imposibilidad técnica, sino la imposibilidad empresarial: ninguna compañía de telefonía celular quería invertir en la infraestructura necesaria.
Aun teniendo acceso a la red privada de telefonía celular, los precios habrían sido exorbitantes. Las miembros del colectivo Rhizomatica calculan que en una comunidad de 9 mil habitantes, alrededor de $54.000 USD mensuales pasarían a manos privadas.
Es por esto que luego de dos años de desarrollo, este colectivo, en conjunto con la comunidad y su gobierno local lanzaron una red de telefonía de administración comunitaria. Su fin es abaratar el costo de la comunicación móvil, llevándola a zonas donde no existía, a la vez que promueve la comunicación comunitaria.
Un ejemplo de esta administración comunitaria es que lo que de otra forma llamaríamos «términos de servicio» son decididos por consenso y con el objetivo de permitir a todas el uso correcto del servicio. Así, para prevenir la saturación de las líneas, las usuarias decidieron limitar la duración de las llamadas a 5 minutos, para darle la oportunidad a otra persona.
Este servicio no tiene fines de lucro, aunque para las llamadas locales cobra una tasa fija de 15 pesos mexicanos, es decir ¡$1 USD! para mantener la infraestructura. Esto nos demuestra cuánto costaría realmente el servicio de telefonía móvil si estuviera organizado por una comunidad en beneficio de sus usuarias.
El siguiente paso fue lograr la comunicación internacional, ya que esta zona tiene una tasa de inmigración muy alta y las familias necesitan mantener el contacto. A través del servicio de telefonía sobre internet (VoIP), las usuarias pueden hacer y recibir llamadas al resto de México y algunas ciudades de Estados Unidos por tan sólo 20 centavos de dólar el minuto.
Sin embargo, las redes comunitarias presentes y futuras se encuentran con un desafío importante, que es el del renovado interés de las empresas privadas por copar el «mercado» antes que se desarrollen. Es importante que las comunidades reconozcan el valor de los servicios autónomos frente a los servicios con fines de lucro.
Para lograr esta red autónoma no sólo fueron necesarios los conocimientos técnicos y los equipos transmisores, además lo fue el apoyo de la comunidad, que tenía una demanda real en cuanto al uso de la tecnología. También hizo falta una investigación y apoyo legales, que ayudaron a la comunidad a encontrarle la vuelta a lo que de otra forma estaría fuertemente regulado. La red celular de Talea de Castro debe operar en frecuencias de uso público, es decir, no reguladas, pero que no son técnicamente ideales para la transmisión celular.
[youtube width=»602″ height=»350″ video_id=»_pG3VwrRv3U»]
Es por esto que están intentando lograr una concesión duradera frente a la Comisión Federal de Telefonía, que les pide cubrir un área mayor.
Esperamos que este tipo de redes autónomas se extienda como modelo, dándole el acceso y el control de los medios de comunicación a las comunidades.