Super iconos en 3D Me gusta y No me gusta de Facebook

¿Por qué no hay botón «no me gusta» en Facebook?

Tal vez te hayas preguntado alguna vez por qué no hay botón de «no me gusta» en Facebook. Parece algo tan simple, tan trivial, tan cotidiano, que resulta hasta exasperante que no exista.

De hecho, hasta fue caldo de cultivo del famoso virus «no me gusta», que prometía instalarlo en tu PC. Existen actualmente algunos plugins para algunos navegadores que dotan del famoso botón sin instalarnos ningún virus, pero lo cierto es que no cumplen el objetivo que buscamos: informar que algo nos desagrada.

Hace un tiempo se creó un grupo en la red demandando la creación del botón en cuestión, que de hecho llegó a reunir más de 3millones de fans en pocos días. Nunca quedó claro si fue luego del virus o luego del grupo, pero ambos seguramente tuvieron que ver, pero Zuckerberg salió a responder a la demanda y sostuvo que debería considerarlo seriamente para poder resolverlo.

Mark_Zuckerberg-1536124_felizLo cierto es que el CEO de la red que colabora con el espionaje mundial también se caracteriza por ser muy irónico, y luego de dar una respuesta tan vaga no se lo ha escuchado tocar el tema y desde este espacio suponemos que jamás van a incluirlo.

El motivo por el que no existe el botón «no me gusta» es el uso mismo de estos botones a lo que se suma el costado comercial de la red (que es el más importante, acordate que tus datos son vendidos, no regalados). Se trata de un botón que no es compatible con los intereses de la megaempresa.

El botón «me gusta» tiene muchos propósitos. Uno de ellos es romper la distancia que existe entre nosotras y las entidades comerciales. Realmente es un disparate que a alguien le guste «monsanto» o «Supermercados XXX», pues cualquier asociación al gasto lleva asociada cierta negatividad. Al incluir el botón «me gusta», colabora con romper esa barrera y nos torna vulnerables a los efectos de la publicidad subliminal (ilegal pero difundida). Antes tenías que hacerte «fan» de una determinada marca, algo que termina siendo muy reducido por cierto, pero si le das «me gusta» a un comentario o a la compañía, vas demostrando aceptación en su favor.

Por otra parte, hay cierta sensación de exposición en el uso del botón. Es mucho más fácil darle «me gusta» a una noticia, que compartirla en tu muro, pues son dos instancias distintas de tu vida. El «me gusta», genera la sensación de ser «más pequeño» que el «compartir», pues no aparece publicado en tu muro (algo que sí sucedía en años anteriores) sino que sólo aparece en el timeline de la red, algo que tampoco es azaroso, pues termina haciendo que compartas de igual manera con tus contactos pero con menor esfuerzo y menor sensación de exposición.

Introducir el botón «no me gusta» haría posible que millones de usuarias en el globo manifestaran desacuerdo y repudio de una forma muy cómoda y simple, y al mismo tiempo lo compartan con todas sus amistades. Algo que generaría un dura tensión entre Facebook, las marcas y los anunciantes, que es en definitiva lo que a Zuckerberg le interesa.

Siempre me han resultado muy agradables y potentes las fanpages de marcas e instituciones porque una puede pasar por allí y dejar su «graffiti». Es como ir a pintar «Fayad dejá de perseguir a los artistas» en la casa del intendente capitalino. Tanto el intendente como la administradora de la página pueden borrar nuestro comentario, pero lo cierto es que estuvo allí.

Hace un tiempo determinadas marcas alertaron que su imagen positiva estaba cayendo producto de este tipo de posibilidades, sobre todo a raíz de Twitter, una red mucho más veloz y adictiva según varias analistas. El resultado fue contratar personas para que se dedicaran exclusivamente a atender las redes con el objetivo de disminuir al máximo la viralización de los reclamos dándoles una destinataria: la cuenta, que además era atendida por una operadora que manifestaba preocuparse por nuestro malestar y querer resolverlo.

Tan grande fue la preocupación por esta imagen negativa, que las grandes empresas se volcaron vorazmente a las redes que habían dejado de lado y comenzaron a utilizarlas con fruición.

En fin, algo a tener en cuenta: las empresas saben que las usuarias, débiles, vulneradas y demás, tenemos el poder de generar con pocos clicks que una megaempresa pierda dinero.

Sabelo: el poder lo tenemos nosotras, sólo tenemos que ejercerlo.

¡Happy Hacking!

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