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¿Por qué dibujamos garabatos al hablar por teléfono?

Te habrás encontrado alguna vez con distintas situaciones en las que de pronto te ponés a dibujar o hacer alguna otra cosa mientras tenés una charla. Alguna vez, en realidad varias, me sorprendió una amiga, que estando en reuniones importantes en las que debíamos tomar decisiones, no podía concentrarse si no era dibujando o incluso tocando la guitarra. No, no cantaba. Pero realmente era sorprenderte ver cómo si no dibujaba buscaba con qué hacer música para poder concentrarse durante la charla. Esto era algo exasperante, pero con el tiempo pasó a ser un detalle, como tomar mate mientras discutís algo.

Resulta que a las humanas no se nos da tan bien mantener varias tareas al mismo tempo, y nuestro rendimiento baja de manera notable cuando tenemos que dividir nuestra atención. Probá sacar cuentas complejas y subir escaleras al mismo tiempo, es casi una tortura. Para resolver este problema, por lo general comenzamos con alguna tarea lateral como hacer garabatos mientras tenemos una charla telefónica, algo que debería distraernos pero genera todo lo contrario.

Dibujar trazos ilógicos y sin sentido ayuda a concentrarnos y retener información, especialmente mientras se realizan tareas repetitivas. Los trazos requieren poco esfuerzo mental, por lo que no nos abruman, y resultan bastante estimulantes para mantenernos activos. Según afirman estudiosas del tema, estos garabatos colaboran con que memoricemos un 30% más que si no estuviéramos garabateando.

Estas actividades son conocidas como «actividades de desplazamiento» y colaboran con la concentración, especialmente con el desarrollo de ideas a medida de que vamos hablando y se debe a que el cuerpo tiende, de forma natural, a distraerse con actividades que requieren muy poca atención a los sentidos que no están siendo utilizados en la conversación.

Seguramente alguna vez hayas notado que además de garabatear hacés algo más, casi como una necesidad: caminás. Hablar y caminar es algo bastante común, y se debe a que en movimiento el corazón late más velozmente, lo que produce un aumento en la circulación de sangre, con la consiguiente oxigenación de músculos y el cuerpo en general, incluido el cerebro, que para esto activa la corteza motora. Todo esto redunda en que si nos movemos, mejora nuestra memoria y nuestra atención. Lindo, ¿no?

El modo en que movemos el cuerpo cambia constantemente nuestros pensamientos: caminar a nuestro ritmo retroalimenta el del cuerpo y el estado mental de forma beneficiosa para el cerebro. Además, no se necesita hacer mucho esfuerzo mental para concentrarnos en la conversación.

En fin, una explicación que puede pasar por inútil pero es todo lo contrario: ya sabés qué hacer si tenés una llamada importante o en la que tenés que estar concentrada.

Vía Ciencia Explora

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