Australia está creando una estructura legal para forzar a las gigantes tecnológicas Google y Facebook a pagar por las noticias a los medios de comunicación producto de que monetizan sus artículos, cuando son posteados en sus plataformas, lo que también incluye otras formas de monetización como la monetización de Google a partir de la indexación.
En Abril pasado el gobierno de ese país anunció que buscaría la forma de requerir a las mayores tratantes digitales del globo a compartir sus ganancias con los medios de comunicación, luego de que fallaran otros intentos más conciliadores.
Hoy la Comisión de Consumidoras y Competencia (ACCC por sus siglas en inglés) australiana publicó detalles sobre el primer paso hacia un código de regulación, destinado a corregir los «agudos desequilibrios de negociación» entre los medios locales de noticias y el duopolio tecnológico conformado por Google y Facebook.
El borrador fue elaborado luego de un proceso de consulta en el que la ACCC recibió una interesante variedad de opiniones, repartidas en más de 40 ponencias.
Lo que están haciendo es crear un espacio mediado, en el que las partes puedan negociar y que sea una integrante de ese organismo quien defina cuál es el precio más ‘justo’ con el objetivo de lograr acuerdos entre las partes y evitar dilaciones por parte del duopolio. Un arbitraje.
“Esto aseguraría que los desacuerdos sobre el pago del contenido se resuelvan rápidamente. Los acuerdos de pago podrían alcanzarse dentro de los seis meses posteriores a la entrada en vigencia del código si se requiere arbitraje » señala el documento.
¿Por qué esto es importante? ¿Van Google y Facebook a pagar por las noticias?
Porque los medios están mediados y necesitamos una realidad real. La asimetría que provoca el nivel de penetración de estas corporaciones, que no sólo tienen los mayores presupuestos del globo, sino que además cuentan con las mejores abogadas que puedan pagar.
Esto hace que la participación del estado sea fundamental, que esa intervención sea a partir de una legislación que pondere los derechos de las personas antes que el de las empresas y sólo luego de haber saldado esa diferencia, avanzar hacia el universo de lo comercial, cosa que claramente no está sucediendo, ya que esta discusión se da entre empresas que son mucho más poderosas que una usuaria final, que es la destinataria de todo esto: la plata es importante, pero sólo se puede cobrar cuando alguien ve, y esa persona que mira, no es parte de la discusión, por que la discusión no es sobre las ciudadanas, sino por qué empresa gana toda o una porción del dinero que está en juego.
Un ejemplo pequeño del que es parte Tribuna Hacker. En Abril de 2017 Google emitió una resolución para «luchar» contra las fake news por la que dejó de mostrar contenido que esa empresa considera alternativo.
Eso hizo que nuestro diario perdiera el 90% de sus visitas, que en ese momento provenían desde Google. Desde ese día, si querés que Tribuna Hacker aparezca en los primeros resultados de búsquedas en Google, tenés que hacer una búsqueda e indicar, específicamente, a Tribuna Hacker en los términos de búsqueda, caso contrario, no apareceremos en tus resultados.
Puede parecer algo simple, pero lo cierto es que en lo inmediato, Google logró que nadie que no conozca nuestro diario se encuentre con nuestros contenidos (no se puede buscar algo que no se sabe que existe ni mucho menos si no sabés cómo se llama), y como maneja el 90% de las búsquedas del mundo, el golpe fue durísimo, y de hecho no hemos vuelto a alcanzar la misma cantidad de usuarias por día que en ese momento.
Google controla qué ven las usuarias en sus búsquedas, lo hace de forma digitada, inconsulta y opaca (nadie sabe del todo cómo funciona el algoritmo), incluso en la actualidad tiene una estructura que permite a las usuarias leer una nota sin ingresar en un sitio, por lo que esas usuarias nunca llegan a toparse con otros contenidos que podrían interesarles (sólo leerán una nota), y, peor, impide de esa manera el éxito de alternativas que permitan monetizar contenidos sin que Google participe de esa monetización.
Dicho de otra forma: nos secuestró el tráfico y no nos permite monetizar, salvo que usemos sus productos, si Google gana con nosotras, entonces sí, pero a nosotras no nos paga.
El control de Facebook
El caso de Facebook es el mismo y podés confirmarlo intentando publicar 16.com o http://16.com o Tsu.co dentro de esa red, automáticamente se te comunicará que no podés hacer esa publicación. Sí, Facebook decide qué es lo que ves, pero también qué decís y eso se llama censura previa, aunque el debate respecto de si el interior de una de esas redes es público o de dominio privado todavía está sin resolver.
Una jueza puede dar una orden a Facebook, pero Facebook también puede dar una discusión que impida la aplicación y dilatar la respuesta durante años mientras genera una alternativa para seguir haciendo lo mismo, pero esta vez cumpliendo con la legislación (en el transcurso, seguirá violando derechos). Eso, claro, sucede cuando interviene una jueza, cosa que es muy poco habitual.
Si te da curiosidad, aquí podés leer por qué no se puede publicar 16.com en Facebook.
Google y Facebook en conflicto con tus derechos
Existen otros conflictos en torno de este tipo de situaciones, que tienen que ver con derechos fundamentales consagrados en la totalidad de las legislaciones democráticas del mundo, como el derecho al acceso a la información, a decidir cómo informarse y el derecho a informar, sólo por pensar en el Pacto de San José de Costa Rica, aunque las violaciones se dan también legislaciones internas de cada país, a niveles constitucionales y no de acuerdos internacionales. Esto significa que Google viola soberanías.
La demanda que intenta resolver Australia, es la de los grandes medios que luego de haber sido cómplices en la instauración de estas redes, se dan cuenta de que promovieron su principal cáncer y hoy son inútiles, porque la gente no está navegando en los diarios, sino en las redes antisociales y en Google, lo que obliga a ir a buscarlas para que vengan a nuestra web, cosa que antes sucedía sin que fueran direccionadas.
Google y Facebook, son el espacio público de Internet (y gran parte del privado)
Google quiere que hagas todo a través de ella (búsquedas, conferencias, ofimática, fotos, comunicación móvil, prácticamente TODO lo que hacés con una computadora) y Facebook quiere que no te vayas de la red y que si lo hacés, sigas usando de igual manera sus productos (de allí WhatsApp e Instagram, por ejemplo). Son sus únicos requisitos.
La primera muestra mis contenidos en sus resultados y con eso logra que alguien no ingrese en esta web pero pueda leer nuestro contenido en la suya. Facebook hace lo mismo, sólo que te da la posibilidad de comentar e interactuar con otras personas que hayan visto el mismo contenido.
Podés lograr tráfico, claro, tenés que comprarlo a través de Facebook Ads y Google Ads.
Esto lo hacen con un claro objetivo económico, por lo que al mostrar nuestros contenidos están obteniendo ganancias y sosteniendo su posición de privilegio.
A quien esto escribe, le alegra que a las grandes empresas periodísticas reciban un tacto rectal, producto de ese dejo a justicia que tiene que le vaya mal a la mala gente, pero si seguimos la línea que persigue el dedo, lo que para Clarin es un tacto rectal, en Tribuna Hacker resulta un empalamiento.
La solución para espacios no hegemónicos digitales está más lejos de la actualidad, que los fanzines financiados con pauta oficial (que seguramente no llegue a existir nunca).
Queda todavía resolver, entre una ENORME cantidad de cosas prácticamente igual de urgentes, si Google tiene derecho a decidir qué sitios indexar. En otros puntos del globo donde se están llevando adelante discusiones similares, Google ha insinuado que si paga por contenido, tiene derecho a elegir qué contenido mostrar y propuesto una alternativa: pagarle sólo a las editoras que requieran ese pago.
De esta manera podría garantizarse gratuitamente los contenidos, comprar sólo algunos artículos y determinar el precio (de allí la importancia de la ACCC), ya que si Google decide qué sitios indexar y cuánto pagar, podríamos ir hacia un mundo donde sólo se aparece en Google si Google te paga por ello y… si Google no quiere pagarte, no habrá forma en que puedas aparecer en sus búsquedas, lo cual en un escenario como el actual es lisa y llanamente el control global de la información.
El espíritu de australia es interesante, al menos en principio, y podría sentar algún precedente, cosa que en el contraste entre las vigentes legislaciones latinoamericanas y la de Alemania nos muestra cuánto sirven los precedentes si no hay voluntad y compromiso de los estados, más allá de las opiniones y las acciones que puedan emprender los gobiernos de turno.
Google o Facebook, simplemente pueden ‘apagar’ un producto en esos países (como sucedió con Google News en España), cosa que Australia intenta evitar al intervenir tanto en Google Search como en Google Discover, producto de que desactivarlos generaría que Google debe renunciar a mostrar cualquier contenido de noticias australiano para evitar la participación en los ingresos, lo que para Google resulta un riesgo.
Cada vez es más patente la necesidad de desmembrar estas empresas, regular esas porciones e ilegalizar la fuente de ingresos provinientes de la trata digital de las usuarias, como es el caso de la venta de identidades que estas corporaciones llevan adelante a través del minado de datos y la explotación del estudio del comportamiento (donde TikTok está tomando una delantera preocupante, que avizora un panorama aún más oscuro si se piensa que en sus espaldas está nada más y nada menos que China, en plena disputa con EEUU).
A los pueblos, en el plano de lo estratégico, nos queda resistir el embate y buscar formas de apagar a Google, porque si hay algo claro en todo esto, es que basta un clic para cerrar la pestaña a través de la que Google y Facebook sientan su poderío.
Enfrentamos el desafío de lograr conciencia sobre derechos digitales, que nos subsumen al control político (estatal o privado), en países donde la urgencia corre sobre dejar vivir o dejar morir, lo que tiñe estas discusiones como un debate ‘para dar en tiempos mejores’, cosa que sólo resulta un engaño producto de que no se trata de situaciones antagónicas sino complementarias.
Puede no parecerte gran cosa pero pensá en esto: si no te gusta un gobierno, podés votar diferente, incluso podés ser parte de un gobierno y de una gestión.
Si no te gusta algo en Facebook o Google. No.
¿La cachái?
¡A desalambrar!
¡Happy Hacking!