Cuando en este medio postulamos usar el femenino como forma de lucha contra el patriarcado y lo hicimos desde el software libre, en un momento donde discutíamos la falta de mujeres en un movimiento que proclamaba no sólo la libertad de la persona, sino también las formas de garantizarla; muchas se enojaron. Aún hoy nos acusan de no ser legibles por poner una A donde a otras se les antoja va una O o una E.
A un lustro y medio de aquellas primera discusiones, estoy convencida de la importancia de crear una conciencia de sociedad de pares, donde todas seamos iguales no solo ante la ley (lo que ante los hechos no es más que un mito), sino que seamos iguales aunque nuestros genitales sean diferentes, aunque nuestras apariencias no concuerden, una sociedad sin meritocracia de ninguna especie, donde no sea posible que alguien acumule 800.000 veces más recursos que otras personas, una sociedad donde no exista alguien que por azar geográfico, étnico y familiar tenga todos los beneficios garantizados y otra no tenga ninguno. Una persona condenada a no pasar hambre y otra a pasarlo. Y esa A es mi arma, un arma que te hiere hasta el enojo y hace que las más sumisas al patriarcado levanten sus lanzas, pero seguiré usándola.
La seguiré levantando contra vos, mientras lea que una piba fue encontrada en un basural o en la calle asesinada por ser mujer.
La seguiré usando hasta que no haya más pibas abusadas por familiares, más pibas acusadas de mitómanas por denunciarlo, más pibas violadas, más pibas suicidadas por haber pasado por todo eso, sólo porque nadie les creyó y ni acompañó, nadie las contuvo y la sociedad esta de meritócratas las excluyó.
La seguiré usando mientras las compañeras sufran mayores niveles de precarización laboral y desocupación.
Las compañeras enfrentan una informalidad del 36% contra el 34,2% de las varones y una desocupación del 11% contra el 9% de las varones. Las mujeres ganan en promedio un 29% menos que sus pares varones y en el mercado informal la brecha se amplía a un 35%. Las mujeres representan el 23% de la desocupación joven, el 76% de ellas realizan tareas del hogar no renumeradas, para que la varón pueda ir a trabajar o changuear en las clase mas desposeídas. La ecuación del trabajo es imposible al revés, porque la sociedad patriarcal paga mal a la mujer. Mientras esto suceda seguiré usando la A como arma para ofenderte, hasta que sea tu conciencia quién te tambalee.
La seguiré usando mientras el 80 % de nuestras hermanas trans no tengan otro trabajo que no sea la prostitución; porque el patriarcado no las emplea, seguiré escribiendo poniendo una A donde iba una O u E, como un mosquito en tu oreja o un tábano en la pieza, voy a molestarte.
Mientras las mujeres no accedan al sistema educativo, porque no todas pueden estudiar. La realidad es que la equidad es el camino al que se apuntaba ya a principios de este siglo y comenzaba a equipararse el acceso a la educación, ingresando un 63% de mujeres y un 64,3% de varones, aunque cuando bajamos de las clases acomodadas a las desposeídas este porcentaje se hacía escandalosamente desigual, en tres de las provincias más pobres de la Argentina (Jujuy, Salta y Formosa) la brecha de analfabetismo a favor de las varones va del 19% al 110%, lo que nos da una idea de la acción excluyente de gobiernos con una larga tradición patriarcal y feudalista, donde las más pobres, generalmente de pueblos originarios, son excluidas hasta la muerte.
Esta brecha sigue existiendo aún hoy donde a la universidad asiste un 29% de mujeres y son mayoría ante las hombres, pero acceden al mercado laboral un 29% menos de mujeres que varones, lo que nos hace sumar 29+29 las mujeres terminan estando muy abajo en el acceso al primer empleo. Según el indec un 66,7% de jóvenes varones ingresan fácilmente a su primer empleo, contra un 44,5%. La educación debe ser una educación de pares, donde nuestro lugar no sea configurado por nuestros genitales. Mientras esto suceda seguiré usando la A, la seguiré escupiendo a tu cara, te seguiré apuñalando con ella hasta borrar la O de tu género.
“Este es el mundo inmutable del trabajo sin recompensa, una escena familiar de futuros desolados en todo el mundo; las niñas y sus madres sostienen a la familia con trabajo sin paga y su trayectoria de vida es muy distinta de la de los hombres del hogar”
PHUMZILE MLAMBO-NGCUKA